Ha pasado casi medio siglo desde el suicidio de una profesora de francés de 32 años enamorada de un alumno de 16. Vivía en Marsella y se llamaba Gabrielle Russier. Tanto conmocionó la historia a la sociedad francesa que la prensa le preguntó por este asunto al mismísimo presidente de la República. George Pompidou, que llevaba tres meses en el poder, respondió recitando un poema de amor de Paul Éluard: "Comprenne qui voudra". Algo así como "quien quiera, lo entenderá".

Francia se derrite con historias como estas que parecen sacadas de una novela de Stendhal. Por eso el documental emitido esta semana por France 3 sobre Brigitte Macron lo han visto 3,2 millones de franceses. La primera dama les fascina. “Es Gabrielle Russier en el Elíseo”, resumía en France Inter Virginie Linhart, directora de ‘Brigitte Macron, una novela francesa’. La película es políticamente correcta, dura hora y media y no revela nada que no sea imaginable en una relación que rompió los códigos sociales de la conservadora burguesía de provincias en la que crecieron los dos personajes principales. Un poco como Louise de Rênard y Julien Sorel en ‘Rojo y Negro’.

El día de la confidencia

A estas alturas, todo el mundo sabe que Brigitte conoció al joven Emmanuel cuando ella dirigía el club de teatro del instituto católico de Amiens donde estudió el futuro presidente. Gracias al documental descubrimos que fue al finalizar la representación de ‘El Arte de la Comedia’, de Eduardo de Filippo, en la primavera de 1994, cuando el alumno se confió a la maestra.

“Esa tarde, a pesar del éxito de la obra, Brigitte Auzière no puede alegrarse. Emmanuel Macron, de 16 años, le acaba de declarar su amor”, dice una voz en 'off'. Lo que pasa luego es el inicio de romance que, a pesar de los obstáculos, termina en boda 14 años después. Brigitte Macron era y sigue siendo la quintaesencia de la burguesía católica de derechas de la Picardía francesa que frecuenta París. Pero tiene un lado transgresor que atrajo a la autora del documental.

Valores tradicionales

“Estaba intrigada por un personaje que había cambiado su vida de manera increíble, que asumía su amor y su edad con valor. Hubo una inmensa deflagración amorosa, pero es verdad que es un personaje clásico que no tiene nada de revolucionario”, comenta Virginie Linhart. “Encontré interesante ver que el amor permite hacer cosas increíbles pero no ha cambiado a Brigitte Macron. Sigue siendo una mujer extremadamente abierta con valores muy tradicionales que se borra detrás de su marido. Hoy lo que le interesa es que él tenga éxito”, añade.