Ahmed Alí, de 24 años de edad, es un joven fotoperiodista egipcio que desde hace varios meses está en Barcelona bajo la protección de Amnistía Internacional. Su historia es una clara muestra de la represión que impera en el Egipto del mariscal Abdelfatah Al Sisi, autor del golpe de estado que expulsó del poder al primer presidente electo de Egipto, el islamista Mohamed Mursi. Activista y miembro del ilegalizado Movimiento 6 de Abril, grupo político laico y uno de los impulsores de la frustrada revolución del 2011, Alí ha huido de Egipto para eludir una condena de 25 años de cárcel. Esta es su increíble historia.

¿Cuándo empezó todo?

A finales del mes de agosto del 2014, estuve detenido durante cinco días. Estaba trabajando entonces en un documental sobre periodistas que habían sido arrestados o habían muerto por la represión policial. Me arrestaron en la calle junto a nueve compañeros más tras cubrir como fotoperiodista el primer aniversario de la matanza de la plaza Rabaa al-Adawiya (perpetrada por militares contra manifestantes de los Hermanos Musulmanes el 14 de agosto de 2013 y que se saldó con más de 800 muertos). Me acusaron de pertenecer al Movimiento 6 de Abril, de manifestarme sin autorización, de enfrentarme a la policía y de aterrorizar a los ciudadanos. Ellos siempre utilizan las mismas acusaciones. Es un corte y pega.

¿Y después?

Al cabo de un año y dos meses, en octubre del 2015, me enteré de que me habían condenado a 25 años de prisión. No me citaron al juicio ni nada. Tampoco me comunicaron la sentencia, ni a mí ni a nadie. Lo supe por casualidad, porque un abogado amigo mío estaba ese día en el juzgado y me lo dijo. Mis amigos me recomendaron entonces que me marchara cuanto antes del país. Yo entonces colaboraba también con la Comisión Egipcia de Derechos y Libertades

¿Y cómo logró salir?

Había tantas condenas entonces que la policía no se enteraba de las sentencias y no actuaba hasta pasadas una o dos semanas, por eso no me vinieron a buscar. Yo me fui al tercer día. Salí por el aeropuerto de El Cairo sin ningún problema. Cogí un avión a Uganda. Ahí estuve dos meses. Después viajé a Kenya, donde trabajé durante tres meses y diez días para Amnistía Internacional. Ellos me ayudaron a conseguir un visado a España. Hace cinco meses que solicité asilo político aquí. Estoy esperando la respuesta.

¿Imagino que le fue muy difícil tomar la decisión de irse y más sabiendo que no podría volver?

Sí, claro. De hecho no quería irme, pero me convencieron que lo hiciera. Al principio tuve una larga etapa de profunda tristeza, pero si me hubiera quedado habría estado muchos años en la cárcel que también es otra manera de estar alejado de mi país. Hay muchos otros activistas que están en una situación parecida a la mía.

Realmente sorprende una condena tan dura, es cadena perpetua en Egipto…

Sí, es la máxima pena de cárcel en mi país. El juez que me condenó se llama Nagy Shehata. Es conocido por sus increíbles sentencias. La condena más débil que ha dictado es de diez años de cárcel. En dos años condenó a más de mil personas. Dos semanas antes de mi juicio y en unas declaraciones a un diario dijo claramente que estaba en contra de la libertad del periodismo, de la revolución del 2011 y del Movimiento 6 de Abril.

¿Cómo definiría al régimen actual de Egipto?

Es un régimen militar que hizo un golpe contra la revolución del 25 de Enero, no contra los Hermanos Musulmanes. Al Sisi es uno de los hijos políticos de Mubarak. De hecho fue Mubarak quien lo puso al frente de los servicios secretos. Fue Al Sisi el que ordenó que se hicieran los controles de virginidad a las chicas que estaban en la plaza Tahrir. Desde 1952, cuando se proclamó la república, Egipto es rehén de los militares.

¿La represión es ahora peor que en época de Mubarak?

Ahora es todo más difícil. Se han promulgado nuevas leyes aún más represivas, como la del terrorismo, que permite a la policía arrestar a mucha gente. A cualquier persona que se manifieste contra el régimen se le tacha de terrorista.

Usted tuvo un papel activo en la revolución, participó en las protestas de Tahrir. ¿Cómo ha vivido la evolución del país?

Viví plenamente la revolución y no fui partidario de abandonar la protesta en Tahrir tras la caída de Mubarak. Luego se juntó la poca inteligencia de los Hermanos Musulmanes con la astucia de la Junta Militar. Los islamistas pensaron que cuanto más reconocieran el poder de los militares y la policía más les protegerían. Pero los militares jugaron con los Hermanos Musulmanes para luego poder derrocarlos. Y los islamistas ayudaron a que fuera así por su imbecilidad.