Corría el año 1997, y Rusia seguía enredada en su crisis interna tras la implosión de la URSS. El presidente Borís Yeltsin daba muestras evidentes de incapacidad física para hacer frente a los desafíos del país, después de que las tropas rusas tuvieran que retirarse de Chechenia el año anterior de forma vergonzante, al ser derrotadas en una sangrienta guerra con decenas de miles de muertos civiles y en la que perdieron la vida al menos 7.000 soldados rusos. En el exterior, la influencia de Moscú se reducía a ojos vista, y la OTAN se preparaba a acoger en su seno a la primera tanda de países que un día formaron el pacto de Varsovia: la República Checa, Polonia y Hungría.

En este panorama de debilidad y desmoralización, vio la luz el que se considera uno de los libros más influyentes en el pensamiento político de la Rusia actual. Se titula 'Fundamentos de geopolítica: el futuro geopolítico de Rusia', escrito por el filósofo político e historiador de las religiones Aleksándr Duguin. Su argumento principal enseguida caló entre la élite militar y política: Rusia tenía que "frustrar la conspiración atlantista liderada por EEUU y la OTAN y dirigida a contener (al país) mediante un anillo de estados recientemente independizados", resume en Foreign Policy Charles Clover, excorresponsal en Moscú y autor de una exhaustiva investigación sobre Dugin, a quien ha entrevistado con profundidad. Y para conseguir este objetivo, continúa el experto, había que "reconstruir a la URSS y después utilizar la diplomacia de forma inteligente con el objetivo de forjar alianzas ...... para expulsar a EEUU y a sus esbirros atlantistas (Gran Bretaña) del continente".

PERFILES NAZIS Y ULTRADERECHISTAS

El libro "contiene perfiles favorables de algunos nazis y ultraderechistas", sostiene Clover; de hecho -puntualiza el reportero- su aparición en unas circunstancias históricas que guardaban "muchos paralelismos" con la desastrosa república de Weimar en Berlín durante los años 20 y 30, sacudida por la pobreza y la hiperinflación, "constituye la prueba de que las mismas fuerzas oscuras que habían sido radicalizadas por el colapso de la Alemania de entreguerras parecían estar en ascenso en Rusia" a mediados de la década de los 90.

'Fundamentos de geopolítica' agotó en seguida sus cuatro ediciones, y se convirtió en uno de los libros de texto incluídos en el plan de estudios de la Academia de Oficiales de las Fuerzas Armadas rusas (el West Point ruso) y otras facultades militares, gracias al impulso de Ígor Rodionov, el 'halcón' exministro de Defensa de Rusia entre 1996 y 1997 y director de la institución. Duguin fue abandonando paulatinamente su condición de filósofo oscuro y marginal, y extendiendo su predicamento y su acceso a la élite que gobierna el país.

Sus pronunciamientos públicos no dejan lugar a dudas acerca de sus ideas ultranacionalistas, así como su admiración hacia controvertidas personalidades históricas como Stalin. En el 2012, durante una entrevista con el portal Nakanuhe.ru, el pensador proclamó: "Estamos en el bando de Stalin y de la URSS". En el 2007, el progubernamental 'Izvestia' recogió unas declaraciones suyas asegurando que ya no había oposición en Rusia, y que en el caso de que aún existiera, sus miembros "deberían ser sometidos a exámenes profilácticos psicológicos" porque no estaban "sanos mentalmente".

En los últimos años, los esfuerzos de Duguin parecen encaminarse a universalizar y exportar sus ideas políticas, propugnando la formación de un bloque continental euroasiático con pivote en Rusia que haga frente a la globalización y al orden político liberal, una idea que ha calado tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda europea. Con este objetivo, en el 2009, publicó el libro 'La Cuarta Teoría Política', una obra cuyo argumento central consiste en proclamar que las tres ideologías del siglo XX (liberalismo, comunismo y fascismo) han fracasado y perdido "toda legitimidad", por lo que propone al mundo una cuarta ideología supuestamente con elementos de las otras tres.

Además, el pensador publica un blog en inglés -lengua que habla con bastante fluidez- en el que arremete sin pausa contra el "dogma liberal" y la globalización. "'El Pantano' se va a convertir en el nuevo nombre de la secta globalista, de los adeptos a las sociedades abiertas, de los maníacos en favor de los derechos homosexuales, del Ejército de Soros y de los humanistas; desecar el pantano es un desafío global para todos nosotros", puede leerse en una de las entradas más recientes, antes de concluir el texto reformulando uno de los más célebres eslóganes del comunismo: "¡Desecadores del 'Pantano' de todo el mundo: uníos!".