Cuando un país (Estados Unidos) está perdiendo muchos miles de millones de dólares en el comercio con prácticamente todos los países con los que hace negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar», avisaba ayer a golpe de tuit Donald Trump. El presidente de EEUU se reafirmaba así en su intención de imponer aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio pese a la ola de críticas desatadas por su anuncio en todo el mundo. Suenan tambores de guerra y la UE se prepara ya para la batalla.

«No nos quedaremos sentados sin hacer nada mientras nuestra industria es golpeada con medidas injustas que ponen en riesgo miles de empleo europeos», avisó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a través de un comunicado nada más conocer los planes proteccionistas de Trump. El anuncio no sorprendió en Bruselas, con competencias para negociar acuerdos comerciales en nombre de los 28, que ya se esperaba el movimiento desde que el departamento de Comercio de Estados Unidos lanzó una investigación que ha concluido que las importaciones de acero y aluminio amenazan la seguridad de EEUU.

La Comisión Europea rechaza con rotundidad este argumento. «Parece representar una descarada intervención para proteger a la industria de Estados Unidos que no se basa en ninguna justificación de seguridad nacional», criticó Juncker, que insistió en que el proteccionismo no puede ser la respuesta y que el movimiento de la Administración estadounidense lo único que hace es «agravar la situación».

LA UE, LISTA PARA ACTUAR

En Bruselas ya se han puesto manos a la obra y tienen medidas «listas» por si Trump decide pasar de las palabras a los hechos. Las represalias europeas girarán en torno a tres ámbitos, en el marco de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que permiten la adopción de medidas cuando un Estado miembro adopta medidas proteccionistas injustificadas.

La primera es la elaboración de un listado de productos estadounidenses, compuesto por productos de acero y aluminio (un tercio), agrícolas y alimentarios (otro tercio) y productos industriales (otro tercio), que podrían ser altamente gravados como mensaje político a Trump. En paralelo, la Comisión evaluará los cambios que se puedan producir en los flujos de exportaciones hacia la UE para evitar que el mercado europeo acabe inundado de productos siderúrgicos procedentes de terceros países, en reacción al proteccionismo estadounidense, y adoptar medidas defensivas si fuera necesario.

Por último, denunciará a la Administración de Trump ante la OMC y pedirá una consulta de arbitraje. «Vamos a reaccionar de forma rápida, firme y proporcionada», afirmó el portavoz Alexander Winterstein, que eludió hablar de guerra comercial y emplazó a esperar a la reunión del colegio de comisarios del miércoles que evaluará la situación.

El montante de las exportaciones europeas afectadas asciende, según fuentes de la Comisión, a 2.800 millones y que el paquete de represalias será equivalente. A tenor de Eurofer, la asociación europea de acero, el impacto será importante, porque Trump ha optado por la peor de las opciones. «Desde el primer día las exportaciones de acero de la UE a Estados Unidos se verán severamente golpeadas y lo mismo les ocurrirá a otros países que exportan a EEUU», explicó su director general, Axel Eggert.

«Una guerra comercial no va en interés de nadie» y «el riesgo de escalada es real como lo demuestran las primeras respuesta», alertó el director general de la OMC, Roberto Azevedo, «muy preocupado» por los planes de Trump. Rusia, primer fabricante de acero aunque comercia poco con EEUU, hizo partícipe al mundo de su preocupación, y China pidió a Washington que respete las reglas internacionales.

En el mundo empresarial, Toyota avisó de que las restricciones podrían provocar un considerable aumento del precio de coches y camiones vendidos en EEUU y Electrolux dijo que parará un plan de expansión en EEUU de 205 millones de euros.