Los argentinos esperan la llegada del 2 de abril, el día en que, 30 años atrás, la dictadura militar intentó recuperar las islas Malvinas, envueltos en inéditos debates que exceden largamente la discusión acerca de la soberanía del archipiélago austral en poder de Gran Bretaña desde 1833.

El 2 de abril fue, tras la caída del régimen, y como consecuencia de la guerra, una fecha cargada de resonancias oscuras. La incipiente democracia prefirió evocar a las Malvinas el 10 de junio y la llamó jornada de reafirmación de la soberanía. Pero el presidente Fernando de la Rúa (1999-2001) restituyó al momento del desembarco en las islas como efeméride. Ahora se denomina Día del Veterano de Guerra y los Caídos.

El 30 aniversario llega en medio de renovadas tensiones bilaterales con Londres. La presidenta Cristina Fernández encabezará este martes la ceremonia principal en Usuahia, la ciudad ubicada en el extremo sur del país. Allí se ha levantado el Monumento a los Caídos en la guerra. La mandataria estará acompañada por varios ministros de su gabinete. En la capital, y frente al monumento funerario con los nombres de los 649 soldados que murieron durante el conflicto, se llevará a cabo otra de las actividades estatales. También habrá actos en todas las guarniciones militares del país.

Los intelectules discrepan

En vísperas de la conmemoración, un grupo de intelectuales criticó sus alcances políticos y simbólicos. A través de un documento, firmado por la ensayista Beatriz Sarlo y el director de cine Maniel Antín, entre otros, se señala que convertir en feriado al día en que los militares tomaron las islas es "un ejemplo claro de la ambigüedad oficial". De un lado, añaden, "no se deja de execrar a la dictadura pero, por otro, se instituye la recordación de esa guerra como parte de una justicia que implica aceptarla como episodio positivo a ser rescatado más allá de lo que pretendían sus ejecutores".

El sociologo Vicente Palermo, autor de Sal en las heridas, el libro más polémico sobre el espíritu Malvinas, es uno de los que ha suscrito a ese texto en el que se propone, entre otras cosas, convertir al 14 de junio, día de la derrota en las islas, en una jornada de reflexión. "La causa Malvinas es extorsiva. Es el lugar de la unanimidad nacional y cuando se la pone en cuestión uno se siente un poco afuera de la Nación".

En declaraciones al diario La Nación, el psicoanalista Pacho O¿Donnell hizo una encendida defensa del 2 de abril. En Malvinas, dijo, "perdieron la vida jóvenes que, como los ejércitos en la época de la independencia, dieron su vida en defensa de la patria. ¿Cómo vamos a festejar el día en que murieron?". Palermo le respondió: "Conmemorar el día de la derrota tiene sentido porque lo único que hay que hacer es conmemorar a las víctimas, a los que cayeron bajo las balas inglesas, a los que murieron de hambre estaqueados y a los que cayeron en el crucero General Belgrano. El 14 de junio puede ser ese día porque no hay nada que festejar".

En este contexto proliferan en Buenos Aires los libros alusivos al conflicto, en los que se denuncian los actos de tortura a los que fueron sometidos los soldados argentinos por sus mismos jefes o se exhuman documentos desclasificados del Departamento de Estado norteamericano. Los diarios también sacaron a luz parte de esas fuentes diplomáticas.

INFORME RATTEMBACH

Semanas atrás, la presidenta ordenó por su parte la desclasificación del llamado Informe Rattenbach, el documento que los propios militares elaboraron apenas concluyó la guerra. Las conclusiones fueron tan lapidarias que la dictadura resolvió no darlo a conocer. Su contenido se fue filtrando a través de los años.

El Informe Rattembach consta de 25 tomos y, para entender mejor el despropósito de la guerra, se remonta a décadas atrás. Recuerda entonces que, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, Buenos Aires y Londres estuvieron más cerca que nunca de alcanzar un entendimiento sobre el destino de las Malvinas. “Los representantes del Gobierno de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, habiendo discutido la cuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands) en espíritu de amistad y cooperación, de conformidad con la Resolución 2065 dejan constancia en este Memorándum de entendimiento acerca de la posición alcanzada en las negociaciones”, se señala el 14 de agosto de 1968.

El objetivo de esas negociaciones, se remarca, es dirimir “definitivamente y en forma amistosa la disputa sobre la soberanía de las islas”. Los acontecimientos de 1982 cambiaron radicalmente el eje de la discusión. Buenos Aires y Londres reanudaron plenamente las relaciones diplomáticas en 1990, sobre la base de postergar toda discusión sobre la soberanía para avanzar en los vínculos comerciales. Tras de vivir décadas de la venta de lana, las islas disfrutan de una inédita prosperidad económica basada en la venta de licencias de pesca. Empresas británicas iniciaron en 2010 la exploración petrolera. Argentina no lo ha visto con buenos ojos. La llegada de los Kirchner al poder, significó un endurecimiento de la estrategia diplomática. Con el respaldo latinoamericano, Buenos Aires quiere sentar a Gran Bretaña en la mesa de negociaciones, como lo recomienda la ONU. A su vez, a propuesto reanudar los vuelos de Aerolíneas Argentinas a las islas como muestra de "buena voluntad" hacia sus habitantes. Londres no ha dado ninguna señal que aliente las esperanzas argentinas.