El pánico y el horror ante un nuevo atentado terrorista regresaron ayer a Bélgica. Un tiroteo en Lieja se saldó con cuatro muertos y cuatro heridos, según el último balance de las autoridades. Los fallecidos son dos mujeres policías, un tercer joven que estaba en la zona y el atacante, un hombre recién salido de la cárcel identificado como Benjamin Herman, que fue abatido por las fuerzas de seguridad. Según varios testigos citados por medios de comunicación belgas, el joven habría gritado «Alá Akbar» (Alá es grande). La Fiscalía de Lieja confirmó que investiga lo ocurrido como un «acto terrorista».

Según los elementos desvelados por el fiscal de Lieja, Philippe Dulieu, el ataque comenzó a las 10.30 de la mañana cuando un individuo empezó a seguir a las dos agentes a la altura del café des Augustines, en el centro de esta ciudad de Valonia, y les atacó por la espalda con un arma blanca. Tras asestarles varias cuchilladas les robó las armas y les asesinó. Seguidamente disparó contra un joven estudiante de 22 años a punto de graduarse en la sección pedagógica de la Alta Escuela de Lieja, y que ocupaba el asiento del copiloto en un vehículo aparcado en la zona.

Tras matar a las agentes, el joven se refugió en el instituto Léonie de Waha donde tomó como rehén a una mujer que trabaja en el establecimiento. La policía reaccionó con rapidez y logró abatir al agresor, aunque cuatro agentes resultaron heridos, uno de ellos de gravedad. «Está claro que el objetivo del asesino era la policía», aseguró Christian Beaupère, jefe de la policía de Lieja que descartó que el objetivo fueran estudiantes.

Los alumnos, que no estuvieron en contacto con el atacante en ningún momento fueron evacuados por la parte posterior del edificio por seguridad. Ninguno resultó herido, aunque el instituto permanecerá cerrado al menos hoy y quizás mañana para poner en marcha medidas de apoyo psicológico a los estudiantes y profesores.

La Fiscalía federal asumió el caso, que está en fase de instrucción como acto terrorista aunque las autoridades no confirmaron que fuera un atentado terrorista. «Se ha nombrado un juez de instrucción para ver si hablamos de terrorismo. No hay conclusión. Debemos esperar al resultado de la investigación», explicó el ministro de Interior, Jan Jambon. «La investigación acaba de empezar y llevará tiempo», añadió el fiscal federal, Frederik Van Leeuw, que subrayó la extrema violencia de los hechos y la existencia de elementos que apuntan a un acto terrorista

El autor del ataque, un joven de 36 años originario de la localidad de Rochefort, debería haber regresado ayer por la tarde a la prisión -tras un permiso penitenciario- donde estaba encarcelado desde el 2003 por delincuencia común. No es la primera vez que el joven, que debía cumplir condena hasta el año 2020, salía de permiso. Hasta ahora había disfrutado, según el ministro de justicia, Geert Koens, de 13 permisos de dos días y 11 de un día para preparar su reinserción en la sociedad. Se trata de un joven psicológicamente «inestable» y «marginalizado». Diversos medios de comunicación aseguraron también que Herman se habría radicalizado en prisión y que desde el 2017 estaba en el radar de la Seguridad del Estado.

El primer ministro belga, Charles Michel, se trasladó junto al rey Felipe de Bélgica a Lieja para mostrar su solidaridad con la familia de las víctimas. «Todo nuestro apoyo a las familias de las víctimas», aseguró poco antes de partir hacia la ciudad valona. Pese a este nuevo ataque, la OCAM, que evalúa el riesgo de atentado terrorista en el país, decidió mantener el nivel de alerta en Bélgica en el 2 en una escala de 4.

Lieja, una ciudad industrial cercana a la frontera alemana en la región de Valonia de habla francesa, también fue escenario de un tiroteo en el 2011, cuando un hombre armado mató a cuatro personas e hirió a más de 100 antes de dispararse. El ataque recuerda a otro cometido en el 2016 y reivindicado por el Estado Islámico en la ciudad de Charleroi, aunque los dos policías fueron heridos y no asesinados.