Considerada apenas hace dos años como la enemiga pública número uno por la Junta militar birmana, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi regresa a la política como diputada en el Parlamento. La victoria de La Dama en su distrito rural de Kawhmu, a 30 kilómetros al sur de Rangún, fue anunciada por su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), poco después del cierre de las urnas de las elecciones parciales que se celebran en Birmania en un clima de reformas y apertura. Nada más conocerse su triunfo, Suu Kyi llamó a la nación birmana a unirse para consolidar la democracia, evocando, al mismo tiempo, el inicio de una "era nueva".

Los datos preliminares de la LND, provenientes de 82 de los 129 centros de votación de la circunscripción, indicaban que la dirigente de 66 años había obtenido el 65% de los votos frente al doctor Soe Min, candidato del oficialista Partido de Solidaridad y Desarrollo de la Unión (PSDU), una organización formada mayoritariamente por militares pasados a retiro. "No es tanto nuestro triunfo como el triunfo de aquellos que han decidido que se debían participar en el proceso político de este país", declaró ante cientos de partidarios que la esperaban con flores. "Lo que importa no es tanto el número de escaños obtenidos, aunque estamos, por supuesto, muy satisfechos de haber ganado tantos, sino por el hecho de que la gente muestre tanta entusiasmo en su participación en el proceso político democrático", subrayó.

La LND aseguraba haber logrado al menos 40 de los 45 escaños en disputa. Los resultados oficiales, según la Comisión Electoral, se darán a conocer en unos días. Pero en la oficina de la LND había ya anoche llantos de júbilo. La posición del PSDU no queda debilitada, pues se trata de un proceso parcial para reemplazar a exlegisladores que dejaron sus escaños, apenas la décima parte de los 440 con que cuenta la Cámara baja. Un 55% de ellos sigue en manos del PSDU, y otro 25%, de personas nombradas directamente por el Ejército.

Derrota necesaria

Es una derrota necesaria para el régimen, que necesita convencer de la seriedad del proceso de reformas políticas (liberación de Aung San Suu Kyi y 600 presos políticos más, relajación de la censura, permiso para realizar actividades políticas) y económicas (apertura a la inversión extranjera, libre flotación y cambio de la moneda) iniciado en marzo del 2011, cuando el actual presidente, Thein Sein, tomó el poder, a raíz de elecciones fraudulentas en noviembre de 2010, en las que la LND rechazó participar.

Libre después de una serie de arrestos domiciliarios que la mantuvo encerrada durante 17 de los últimos 22, Aung San Suu Kyi ha denunciado un hostigamiento contra las campañas opositoras. A pesar de ello, su palabra es esperada tanto por el Gobierno como por Occidente para dar validez a las elecciones y, con el visto bueno de la líder, permitir que se empiece a levantar las sanciones económicas impuestas a Birmania.

Esto será el pistoletazo de salida para los inversores. Algunos, sin embargo, se encuentran en desventaja: europeos y estadounidenses, australianos y canadienses, cuyos países han montado un complejo sistema de sanciones económicas destinadas a hacer caer la terrorífica dictadura que rigió Birmania durante 49 años, de 1962 a 2011. Tardarán un poco en deshacer la madeja y, mientras tanto, sus competidores de China, Singapur, Malasia, Taiwán, Tailandia y Hong Kong, además de los enriquecidos hombres del régimen, se apresuran a tomar posiciones.

La prisa de Washington, Londres y otras capitales no es un secreto. El martes, la agencia Reuters difundió un análisis en cuyo primer párrafo se afirma: «Los países occidentales desesperadamente quieren que las elecciones parciales del domingo se desarrollen suavemente -y que la líder opositora Aung San Suu Kyi obtenga un escaño en el Parlamento-, para poder empezar a levantar las sanciones y dejar que sus compañías inviertan en la antes aislada nación».

Cambios formales

No está garantizado, sin embargo, que este proceso electoral esté dando lugar a un cambio político de fondo, más allá de lo formal. Las elecciones generales no tendrán lugar hasta el 2015. Mientras, la LND seguirá en minoría.

No se habla de justicia. Hay miles de muertos y desaparecidos en varias olas represivas, miles de torturados y de personas cuyas vidas quedaron destruidas al estar presas sin cargos durante décadas, cuyos bienes fueron incautados o robados.

El régimen ha liberado a 600 presos políticos, pero todavía quedan unos 800 a los que el Gobierno llama criminales, según la Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos en Birmania.