El Papa Benedicto XVI llega a Cuba en unos momentos cruciales para la isla y con el objetivo de mejorar las relaciones de la Iglesia y el Estado cubano. Paralelamente también pretende convertirse en el catalizador de una mejora de la situación de la disidencia.

"Bienvenido a Cuba su Santidad Benedicto XVI" se lee en cientos de carteles instalados en Santiago de Cuba y La Habana, los dos escenarios de la visita del pontífice. El papa estará en la isla hasta el 28 de marzo y celebrará dos misas al aire libre, visitará el Santuario de la Caridad del Cobre, y se reunirá con el presidente Raúl Castro.

Aunque no figura en el programa oficial, es posible que Joseph Ratzinger vea también al expresidente Fidel Castro, de 85 años y retirado del poder desde el 2006 cuando una grave enfermedad le obligó a delegar en su hermano Raúl.

Cuba, dice su Gobierno, acogerá con "afecto y profundo respeto" a Benedicto XVI, que según la Iglesia transmitirá "ánimo y confianza" que ayudarán a construir el futuro de todos los cubanos y sus familias. La reconciliación es uno de los mensajes en que más ha insistido la Iglesia católica a propósito de la visita papal, que atraerá a la isla a cientos de peregrinos de Miami, el principal núcleo de la diáspora y del exilio cubano. En la calle, la mayoría de los cubanos ven positiva la visita del Pontífice, muchos recuerdan la de Juan Pablo II y su mensaje "que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba" y hay otros que no creen que vaya a dejar cambios sustanciales.

Momento de reformas

Cuba está inmersa en "actualizar" su modelo económico para superar una grave crisis que pretende compensarse con reformas que han abierto un resquicio a la iniciativa privada. Otra de las claves del momento en la isla es el "renacer" de la Iglesia Católica al convertirse en una activa interlocutora del Gobierno y mediadora en el proceso de excarcelación de presos políticos que tuvo lugar entre 2010 y 2011. La Iglesia insiste en que la visita del papa es pastoral pero muchos centran sus expectativas en los mensajes "políticos" que pueda trasladar el Obispo de Roma quien, a bordo del avión vaticano rumbo a México manifestó que la ideología marxista ya no responde a la realidad, unas palabras que el régimen cubano acogió con "respeto".

Benedicto XVI no se reunirá con representantes de la disidencia, que espera que el papa sea "la voz de quienes no tienen voz en Cuba" y que ha denunciado que el régimen ha intensificado sus acciones represivas en los últimos días contra opositores pacíficos. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) reportó que en los últimos cuatro días se han registrado decenas de detenciones arbitrarias así como amenazas e intimidaciones a disidentes para que no vayan a las misas papales. El Gobierno, que considera a los disidentes contrarrevolucionarios y mercenarios pagados por Estados Unidos, advierte de que "fracasarán" quienes quieran "obstaculizar esta visita apostólica con manipulaciones políticas".

La visita de Benedicto XVI a México y Cuba es la segunda gira del pontífice a Latinoamérica y la primera a países de habla española de la región tras la que realizó a Brasil en 2007.