Espiar a los estadounidenses sospechosos de terrorismo no sólo es legal sino que es necesario y se hará durante más tiempo, advirtió ayer el presidente de Estados Unidos, George Bush. Con un tono furibundo, el mandatario republicano recalcó, además, que la revelación de este espionaje secreto a la prensa --la semana pasada-- fue "un acto vergonzoso". El mandatario dio por sentado que espera una completa investigación del Departamento de Justicia sobre quién filtró su existencia.

Esta fue la desafiante respuesta del presidente norteamericano a las críticas lanzadas por el Congreso y por los defensores de los derechos civiles tras enterarse de que la Agencia de Seguridad Nacional vigila las comunicaciones de internet y telefónicas de ciertas personas dentro del país, sin permiso judicial previo. "El hecho de que estemos discutiendo este programa ayuda al enemigo", subrayó, en su última rueda de prensa de este año.

UN PROGRAMA AUTORIZADO 30 VECES "He vuelto a autorizar este programa más de 30 veces desde el 11-S, y tengo la intención de seguir haciéndolo mientras la nación se enfrente a la amenaza de un enemigo que quiere matar a estadounidenses", afirmó Bush.

Poco antes, el fiscal general, Alberto González, proclamó que la Constitución y la autorización del uso de la fuerza dada por el Congreso tras los sangrientos atentados del 11-S posibilitan este espionaje al margen de los tribunales. "¿Tengo autoridad legal para hacerlo? Claro que sí", dijo Bush.

El jefe de la Casa Blanca siguió insistiendo en que la invasión de Irak "no fue un error, fue la decisión apropiada". Además, el mandatario republicano arremetió contra la oposición demócrata por bloquear la renovación de la ley Patriot, que expira dentro de 11 días y él considera su principal arma contra el terrorismo. "En una situación de guerra no podemos permitirnos estar ni un solo minuto sin esa ley", sostuvo el presidente durante su discurso desde el despacho oval.