Mosul es más que un reto militar para la coalición internacional que ha lanzado la batalla contra el santuario del Estado Islámico (EI) en la principal ciudad del norte de Irak. Aunque la ofensiva será larga, lo más fácil de la operación será arrebatársela a los 4.500 combatientes del EI. La verdadera dificultad surgirá cuando vuelva a ondear la bandera iraquí y con ella toda la complejidad política del país.

Para preparar el escenario que abrirá la caída de Mosul, este jueves se han reunido en París distintas organizaciones y una veintena ministros de Exteriores de la coalición internacional contra el Estado Islámico.

La cita ha sido inaugurada por el presidente francés, François Hollande, y se ha abierto con el optimista mensaje del primer ministro iraquí Haider al-Abadi quien, en vídeo conferencia desde Bagdad, ha indicado que las fuerzas iraquíes avanzan hacia Mosul “más rápido” de lo previsto.

El encuentro precede al que mantendrán los responsables de Defensa, también en París, el próximo 25 de octubre para evaluar la estrategia militar y los medios para alejar a los yihadistas de Mosul.

Al respecto, Hollande ha advertido del riesgo de que se hagan fuertes en el bastión sirio de Raqqa tras huir de la ciudad iraquí. "Tenemos que ser ejemplares en la persecución de los terroristas que ya han comenzado a abandonar Mosul para ir a Raqqa”, ha dicho.

El presidente ha expresado en voz alta la idea que circula en medios militares galos, que lamentan la premura de la Administración Obama en el asalto a Mosul sin haber establecido previamente un plan paralelo para Raqqa. “Lo ideal habría sido lanzar las dos batallas al mismo tiempo”, ha señalado al diario francés ‘Le Figaro’ un general francés.

POBLACIÓN CIVIL

El inquilino del Elíseo ha puesto igualmente el acento en la población civil, usada como escudos humanos por el Estado Islámico, y en la necesidad hacer llegar la ayuda humanitaria a quienes huyen de los combates. Además del desafío militar y humanitario, se ha referido al reto político que supone la reconstrucción pacífica del país cuando haya recuperado la integridad de su territorio.

La victoria sobre el EI garantiza por sí sola la paz sin un acuerdo paracompartir el poder entre chiís, sunís y kurdos. Además, el Gobierno tendrá que proteger a las diferentes minorías étnicas y religiosas que el Estado Islámico ha perseguido o masacrado.

“No debemos ver Mosul como un punto sobre un mapa, como un objetivo militar a alcanzar, debemos verlo como la preparación del Irak de mañana”, ha recordado Hollande. “Si infligimos a Daesh (EI) una derrota y somos capaces de unir a quienes deben construir el futuro de Irak, no sólo habremos ganado una batalla, sino que habremos ganado la guerra”.

La batalla es “decisiva” porque golpea al Estado Islámico “en el corazón de su santuario donde pretendía construir su Califato”, ha resumido el presidente francés.

Francia contribuye a los esfuerzos militares de la coalición con 4.000 hombres, la mayoría destinados en el portaaviones Charles de Gaulle anclado en el Mediterráneo desde el que parten los aviones Rafale encargados de los bombardeos. Además, enviará un grupo táctico de artillería al sector petrolero de Qayyarah, a unos 60 kilómetros al sur de Mosul.

En junio del 2014, el líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, había anunciado públicamente desde Mosul la creación del llamado Califato en los territorios conquistados por los yihadistas en Irak y Siria.

AUSENCIA DE RUSIA

A la reunión de París, presidida conjuntamente por el ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, y su homólogo iraquí, Ibrahim al-Jaafari, han acudido representantes de Estados Unidos, Turquía, los países del Golfo y de la Unión Europea. No hubo en cambio ningún emisario ruso.

Los recientes desencuentros entre Rusia y sus aliados occidentales sobre el conflicto sirio -especialmente a tras el castigo a la ciudad de Alepo- están detrás de esta ausencia.