A menos de tres meses de las elecciones presidenciales, losenfrentamientos entre fuerzas del orden y jóvenes en la 'banlieue' parisina han colocado en la agenda política un problema que Francia arrastra desde hace casi treinta años sin que nadie haya hecho nada para remediarlo.

“Hay una cólera, una rabia que viene de lejos”, comenta Bakary, un francés de 35 años nacido en Mali, a los pies de una torre de viviendas en el barrio La Rosa de los Vientos, en Aulnay-sous-Bois. Allí, el pasado 2 de febrero, un joven negro de 22 años llamado Théo sufrió una brutal agresión policial que le provocó un desgarro anal por el que tuvo que ser hospitalizado.

Desde entonces, se han sucedido las protestas contra la violencia de la policía y los disturbios han salpicado la periferia de París y de otras ciudades francesas. Los llamamientos a la calma del propio Théo y la visita que le hizo el presidente François Hollande para mostrarle su apoyo y evitar una escalada violenta han surtido en parte efecto, pero el ministro del Interior, Bruno Le Roux, ha admitido que el ambiente es todavía tenso.

“La policía tendría que tratarnos de otra manera. Hay muchainjusticia, no sólo hacia los jóvenes, también hacia la gente mayor”, prosigue Bakary. El ritual que se repite desde hace años responde a un mismo patrón. Un exceso policial provoca un drama y enciende la chispa de un malestar profundo.

El episodio de Théo no es más que el último de una larga serie porque ningún gobierno ha modificado los elementos del escenario, en opinión del sociólogo y director del Observatorio Regional de la Delincuencia, Laurent Mucchielli.

“Los barrios pobres y degradados siguen existiendo. Los miles de millones derrochados en el hormigón de la renovación urbana no han cambiado en nada los problemas cotidianos de los habitantes, empezando por el paro que, en muchos barrios, supera el 50% en los menores de 30 años”, sostiene Mucchielli en ‘Le Monde’.

EL FRACASO DE HOLLANDE

Con la llegada al poder de Hollande en el 2012 se creyó que las cosas mejorarían porque el socialista había hecho de las 'banlieues' una de sus prioridades, pero al final de su mandato sólo se puede constatar el fracaso. Cinco años después, los aspirantes al Elíseo han hablado muy poco de cómo mejorar la vida de estas barriadas y mucho de medidas de seguridad. Todos proponen reforzar los efectivos policiales. La ultraderechista Marine Le Pen quiere contratar 15.000; el centrista Emmanuel Macron 10.000 y el socialista Benoît Hamon 5.000.

Nadie habla de lo que los vecinos reclaman: una policía de proximidad que patrulle a diario, conozca a los habitantes, a los comerciantes y a las asociaciones y que, además de detener delincuentes, esté al servicio de los ciudadanos.

Ahora solo hay agentes adiestrados para intervenir pero sin formación en gestión de conflictos que actúan con miedo y a ciegas en zonas de las que no saben nada. “En estas condiciones, los incidentes son diarios, pero no le interesan a nadie hasta que adquieren gravedad”, continúa el sociólogo.

SIN IGUALDAD, LIBERTAD NI FRATERNIDAD

El joven Théo ha abandonado el hospital este jueves y ha agradecido en un vídeo las numerosas muestras de apoyo recibidas. Los cuatro agentes que participaron en la agresión han sido imputados, uno de ellos por violación, y esperan el resultado de la investigación judicial. “La historia de Théo no es la de igualdad, libertad y fraternidad. Francia se degrada, los jóvenes no entienden nada. ¿Y de quién es la culpa? De los de arriba”, resume Bakary.