"Este es su triunfo y de los que quieren preservar su inmenso legado". Aunque todavía falta la segunda vuelta, Juan Manuel Santos se sentía ayer presidente de Colombia. Por eso le dedicó los 25 puntos de ventaja que le sacó a Antanas Mokus al hombre que, con su dedo providencial, lo nombró albacea: Alvaro Uribe.

Para Santos, que llega al ballotage del 20 de junio en una posición inmejorable -solo una catástrofe política podría arrebatarle la victoria-, ese horizonte venturoso se lo debe al actual jefe de Estado. "Gracias a usted esta elección no giró en torno a las FARC", dijo en la noche del domingo en su comando de campaña, en un lujoso hotel bogotano.

Mokus, a quien los encuestadores le auguraban un papel más relevante en los comicios, se quedó con apenas el 21,48% de los votos. Necesita convencer a tres millones de colombianos que es una mejor opción que la de Santos.

El sorprendente ascenso electoral del exministro de Defensa le permite a la derecha colombiana darle continuidad al proyecto iniciado en el 2002. Si no ocurre nada extraordinario en las próximas tres semanas, habrá uribismo sin Uribe, a pesar de que Santos prometió a vencedores y vencidos "un Gobierno de todos y para todos". Santos y su partido de la U (Unión Nacional) ya tienen al menos asegurado un Congreso dócil.

ESPERANZAS SOBRE MOKUS

Después del tremendo yerro de los encuestadores, nadie se atreverá aquí a anunciar el milagro de Mokus. El líder de los verdes igual cree que no todo está perdido. "Podemos lograr lo que soñamos", dijo.

El exalcalde de Bogotá había emergido semanas atrás como un verdadero fenómeno electoral, apuntalado en los jóvenes y el uso de las redes sociales. Hasta el pasado miércoles, las encuestas coincidían en que, en caso de segunda vuelta, el también exrector de la Universidad Nacional superaría levemente a Santos el 20 de junio.

¿Qué pasó, entonces? Mokus no funcionó bien en los debates televisivos. Su lenguaje no terminó de penetrar en los sectores populares, más proclives a Uribe. Santos, en tanto, pudo hacer valer su condición de heredero de un presidente que, tras ocho años de ejercicio del poder, preserva una enorme popularidad, apenas erosionada por la sucesión de escándalos de corrupción.

APOYO DE LOS CACIQUES A SANTOS

Santos se presentó como el garante de la política de "seguridad democrática" que acorraló a la guerrilla. Con los resultados en la mano, el exministro le dedicó su triunfo en primera vuelta a los oficiales y soldados. Pero, a su vez, Santos contó con otro apoyo crucial: el de los caciques políticos regionales y la maquinaria estatal. "No todo vale", le reprochó Mokus. Pero la suerte electoral ya estaba echada.

El exuribista Germán Vargas Llera quedó en un tercer lugar con el 10,14%. La izquierda, que llevó como abanderado a Gustavo Petro, se situaba muy cerca, con un 9,16%. Los grandes perdedores de estas elecciones son los partidos tradicionales de Colombia. La conservadora Noemí Sanin solo cosechó 5,86% votos. El liberal Rafael Pardo, 4,5%.