Según el tribunal de Hamburgo que ayer lo dejó en libertad, al menos desde el verano de 1999, Motasadeq perteneció a "una organización cuyos objetivos estaban orientados a llevar a cabo delitos de sangre y otros crímenes contra el bien común". El acusado tendió cada vez más a una radicalización religiosa, llegando a planificar atentados "contra personas y estados, según ellos enemigos del islam, entre los que se encontraban sobre todo Israel y EEUU".

Motasadeq llegó a decir ante un testigo que tenían previsto hacer "algo grande", que los judíos arderían y que después ellos bailarían sobre sus tumbas. Pero no fue hasta más tarde cuando se comenzó a planear el 11 de septiembre.