Luz y taquígrafos contra el escepticismo global. Kim Jong-un invitará a periodistas y expertos estadounidenses y surcoreanos para que fiscalicen el cierre de su icónica base nuclear. Pionyang ya había anunciado el desmantelamiento de Punggye-ri la semana pasada porque «ya había cumplido su misión» tras alcanzar el desarrollo nuclear nacional. El anuncio de ayer domingo pretende limar las dudas hacia un país tradicionalmente opaco y certificar que no hay vuelta atrás en el camino hacia la paz sellado el viernes en la histórica cumbre presidencial coreana.

«Estados Unidos, a pesar de su inherente hostilidad hacia Corea del Norte, sabrá una vez nuestras conversaciones empiecen que no soy la clase de persona que usará armas nucleares contra Corea del Sur o Estados Unidos a través del Pacífico», habría dicho Kim Jong-un según funcionarios de Seúl. La medida se enmarca en el compromiso de desnuclearización de la península que, aclara Corea del Norte, dependerá del resultado de la reunión que mantendrán Kim Jong-un y Donald Trump en el próximo mes. Esta llegará en un plazo de «tres o cuatro semanas», aclaró Trump el sábado en Michigan.

«No hay razón de que poseamos armas nucleares mientras nuestra economía pasa por dificultades si construimos un clima de confianza con Estados Unidos a través de reuniones frecuentes desde ahora y hay promesas del finalizar la guerra y de renunciar a las agresiones», continuó.

SEIS ENSAYOS / Punggye-ri está grapada a la carrera nuclear norcoreana desde sus inicios. Allí se han practicado los seis ensayos entre 2006 y 2017. Cuenta con varios túneles excavados en las entrañas del Monte Mantap, en la provincia de Hamgyong del Norte. Los expertos ya matizaron la generosidad del sacrificio norcoreano porque su sobreuso podría haberla arruinado. La última prueba, en septiembre pasado, causó un seísmo de 6,3 grados y sus 250 kilotones multiplicaron por 17 la potencia de la bomba de Hiroshima. Las agencias internacionales detectaron derrumbamientos en su túnel principal y medios especializados hablaron de unos 200 muertos. Imágenes de satélite muestran que la montaña se desplazó y perdió altura tras la última explosión.

El Monte Mantap sufre el mismo «síndrome de la montaña agotada» que las viejas bases nucleares soviéticas. Un informe de geólogos chinos la describían como un conjunto de «fragmentos frágiles» y alertaba de que su colapso absoluto podría liberar polvo radioactivo a través de sus grietas. El peligro no solo alcanza a las ciudades norcoreanas (Chongjin está a 80 kilómetros) sino a las chinas. El último ensayo se notó con fuerza en Yanji, a apenas 10 kilómetros de la frontera, y forzó a la gente a salir a la carrera de los edificios temblorosos.

Kim Jong-un rebatió ayer esas «teorías infamantes». «Algunos dicen que estamos clausurando instalaciones que ya no funcionan, pero podrán ver que tenemos dos túneles más grandes que los anteriores y que están en perfectas condiciones», afirmó. La web 38 North, especializada en el escrutinio de imágenes por satélite, corrobora la versión norcoreana y asegura que el grueso de la montaña sigue «totalmente funcional».