La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el pasado 20 de enero y sus primeras y polémicas decisiones políticas -la última, las restricciones de entrada a EEUU a ciudadanos de siete países musulmanes- han dejado noqueada a Europa y han abierto una nueva vía de agua que los líderes de la Unión Europea intentarán taponar este viernes en la primera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del año que se celebra en Malta.

Sobre el papel no hay “asunto Trump” en la agenda, aseguran fuentes del Consejo, pero es evidente que la conmoción que ha causado en apenas dos semanas en el cargo obliga a los 28 a incluir sí o sí este elemento en el debate que mantendrán durante el almuerzo sobre los retos internacionales. Originalmente la cita se convocó a finales de septiembre con el objetivo de escenificar de nuevo la unidad frente al 'brexit' y reflexionar sobre el futuro del club a 27.

Finalmente, la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, también acudirá a la cita -en realidad solo a la primera parte y al almuerzo- que dedicará su primera sesión de trabajo a atajar la crisis migratoria con Libia y acordar medios para cerrar a cal y canto una ruta hacia Italia por la que llegaron el año pasado 181.000 personas, el grueso -insisten en Bruselas- inmigrantes económicos que salieron de Libia.

Pero es evidente que la actualidad y los continuos desaires que llegan desde el otro lado del Atlántico mandan y que los 28 están obligados a cerrar filas y lanzar el mensaje alto y claro que le reclama la Eurocámara, aunque no hasta el punto de negar la credencial al embajador que envíe Washington tal y como han pedido populares y socialistas. “Negar el plácet se hace en condiciones muy extremas. No ayuda especular y ponerse la venda antes que la herida”, opinan un alto cargo.

DIVERSIDAD DE OPINIONES

Aunque todos los gobiernos europeos están “incómodos” con la nueva Administración Trump, “encontrar el denominador común" -admite un diplomático implicado en los preparativos de la reunión- “no es evidente”. Hay delegaciones más “vocales” que otras, como Francia, debido quizás al posible apoyo a la ultraderecha europea y a Marine Le Pen en particular. Otros como Alemania que están más a la espera, aunque ya han empezado a sufrir los primeros ataques con acusaciones como la de que utilizan el euro en beneficio propio.

Otros, como España, son de la opinión de que no hay que “hiperreaccionar” ni estar permanentemente “respondiendo a los tuits” porque lo que se necesita es “una perspectiva a medio plazo”. Mientras que países como Polonia son partidarios de no enfadar en exceso al líder de la primera potencia del mundo por las repercusiones que podría tener para la seguridad y la presencia de la OTAN en el este de Europa.

Prueba de ello, los reproches de su primera ministra, Beata Szydlo, tras el golpe en la mesa que daba a principios de semana el presidente de la UE, Donald Tusk, incluyendo a la nueva Administración estadounidense entre las grandes amenazas a las que se enfrenta la UE junto con Rusia, China y el terrorismo islámico. “No estoy de acuerdo y me refuerza en la convicción de que Tusk representa a las élites políticas que han conducido a graves crisis en el seno de la UE”, valoraba Szydlo sobre la carta de invitación a la cumbre del presidente del Consejo Europeo en la que calificada de “inquietantes” algunas declaraciones de la nueva administración. “A algunos les ha parecido chocante” pero “es responsabilidad suya”, admiten fuentes diplomáticas sobre la misiva.

REFLEXIÓN SOBRE EL FUTURO DE EUROPA

Con esta disparidad de voces, los 28 intentarán cerrar filas y ofrecer una imagen de unidad ante la marejada que ha desatado Trump que está empeñado, además, en aprovechar el 'brexit' para descolocar y desunir todavía más a Europa. La agenda no incluye en esta ocasión ningún debate sobre la salida de Reino Unido de la UE ni nadie espera que May precise la fecha en la que activará el artículo 50 del Tratado aunque sí consideran plausible la fecha del 9 de marzo tal y como se ha especulado para que haga el anuncio y que coincide con la próxima cumbre en Bruselas. Los 27, ya sin la británica en sala, sí se dedicarán no obstante a reflexionar sobre el futuro y a preparar la cumbre de Roma del 25 de marzo. Es el día en el que celebrarán por todo lo alto los 60 años de una UE que sigue sin encontrar el rumbo.