Dos meses después de haberse celebrado las elecciones generales en Italia, los indignados del Movimiento 5 Estrellas (M5S) y los progresistas (excomunistas) del Partido Demócrata (PD) “acercan posiciones” de cara a formar un nuevo gobierno. Eso es al menos lo que recogen las crónicas nacionales, aunque probablemente un Ejecutivo semejante no vea nunca la luz. Sería algo parecido a que en la Moncloa se sentara un gobierno formado por Podemos y el PSOE, o que, en lugar de Donald Trump, en Washington gobernasen los chicos de Occupy Wall Street junto con el Partido Demócrata de Hillary Clinton. La situación evoca la frase "nada que sea posible es bello, sino sólo lo real es bello", del célebre filósofo francés Émile-Auguste Chartier, conocido como Alain.

Lo cierto es que los dos partidos más votados en los comicios de marzo, los indignados del M5S (32,7%) y la ultraderechista Liga (17,4%), no se han puesto de acuerdo para gobernar. Fracasado el intento, el presidente de la República, Sergio Mattarella, encargó a Roberto Fico, del M5S, presidente del Congreso, que buscase alguna solución, apuntando hacia la izquierda. “Antes de recurrir a nuevos comicios, el presidente quiere agotar todas las opciones”, han filtrado desde la Presidencia de la República. Fico se ha limitado a poner en contacto a indignados y progresistas y se ha retirado de la escena. “Mi mandato concluye hoy, con un éxito positivo”, dijo el pasado jueves.

El partido de los indignados está formado por jóvenes e inexpertos que quieren comerse el mundo, mientras que los progresistas son los herederos de aquellos que iniciaron el camino de la izquierda italiana en 1921, o antes incluso, bajo el paraguas de la entonces Unión Soviética. Desde aquellas fechas se han transformado, pero les ha sucedido lo mismo que a los socialistas franceses, los socialdemócratas alemanes y de los países del norte de Europa. La globalización económica ha agotado su mensaje esperanzador y los electores de izquierdas, huérfanos de quien les representaba, se han volcado (un 10% en Italia, según los centros de análisis) hacia los que, al principio, eran sólo movimientos de protesta, la Liga y el M5S.

Matteo Salvini, líder de la Liga -que alcanzó el 35,7% en marzo sumando las papeletas de la coalición conservadora- está que trina. Sería “un ejecutivo vergonzoso acordado entre el segundo y tercer partido del país”, ha afirmado. Silvio Berlusconi, por su lado, que lidera el segundo partido conservador más votado (14%), arremete a diestra y siniestra contra la posibilidad de un acuerdo M5S y progresistas. Siempre polémico, el exprimer ministro ha afirmado que en su empresa Mediaset los dirigentes del M5S "limpiarían los retretes". Luego pidió disculpas pero para empeorar aún más las cosas al parangonar los indignados a la actuación de Hitler con los judíos.

Los progresistas, que otrora fueron liderados por el exprimer ministro Matteo Renzi, dimitido tras la debacle electoral (18,7%), lo tienen difícil. Por un lado las instancias internacionales, desde la UE hasta la BCE, pasando por el FMI y el presidente Mattarella, instan el PD a “ser reponsable” y a “dar un gobierno al país”, cuarta potencia económica europea tras la 'brexit'. Por el otro lado, el expartido comunista lleva años siendo insultado por los indignados y la frase “nunca con Berlusconi ni con el PD” es lo más diplomático que se ha escuchado.

Renzi, que no ha perdido fuelle tras haber dimitido, insiste en que el lugar del PD después de las elecciones “es la oposición”. Pero el partido no es unívoco, por aquello de la responsabilidad frente a los electores y frente a las instancias internacionales. “Es una oportunidad”, repite Luigi di Maio, líder político de los indignados, dirigiéndose a los progresistas, a los que ha presentado un programa de una decena de puntos sobre los que negociar.

“Bien por el diálogo, pero nunca un acuerdo”, zanja Massimo Giannini, uno de los líderes progresistas. Maurizio Martina, secretario en funzione del PD tras la dimisión de Renzi, ha reconocido que “existen dificultades y diferencias que animan esta confrontación” con los indignados, pero añade que “nos interesa contribuir y dar una mano a este país”. Al fin y al cabo, subraya, “hemos llegado hasta aquí porque otros han fracasado”.

De cara a acercar o aclarar posiciones, el M5S consultará esta semana a sus bases sobre el posible acuerdo y, de su parte, el PD ha convocado a la dirección para el próximo jueves para decidir se negocian o no con el M5S. En la reunión se constatará si prevalece la linea de Renzi sobre un no rotundo a cualquier acuerdo o la de la otra parte del partido que quiere ver las cartas de los indignados.

Mientras y sin gobierno desde hace dos meses, el PIB aumenta ligeramente (+1,5%), el paro disminuye de poco (11,3%) y la Deuda desciende también (130,8%), aunque sea de unas décimas. Como si el país marchara igualmente, con independencia de los partidos políticos.