Palestina se tiñó de luto en el día de la conmemoración de los 70 años de destierro palestino por la matanza de 60 personas a manos del Ejército israelí, ayer en Gaza. La jornada del Día de la Nakba (catástrofe), jornada en la que se recuerda la expulsión y huida de 750.000 palestinos a raíz de la creación del Estado de Israel en 1948 estuvo marcada por calles sin bullicio y comercios, colegios e instituciones cerradas en Gaza, Cisjordania y Jerusalén este.

La jornada de huelga general quiso recordar a las personas, con nombre y apellido, que perdieron la vida en las protestas contra el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén y por el derecho al retorno de los refugiados palestinos. El sonido más punzante en Gaza fue el de los lamentos de los familiares de los muertos en sus funerales, entre ellos, los de ocho niños. La más pequeña, Laila Anwar al Ghandur, tenía 8 meses y murió por inhalación de gases lacrimógenos. «Es un día muy negro. La gente está muy indignada», decía a este diario Raji Sourani, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos.

Sourani asegura que, aunque el Ejército israelí calificara las marchas del lunes de «muy violentas», fueron pacíficas. Jóvenes palestinos lanzaron piedras y cócteles molotov hacia una valla fronteriza llena de tiradores, pero miles de personas se manifestaron de forma tranquila, según testigos». Ningún soldado resultó herido. Entoces, ¿por qué disparaban así? No hubo una bala que no matara o hiriera. Los soldados dicen que saben dónde va cada bala, por lo tanto, las muertes fueron intencionadas para provocar», agrega Sourani.

Ahmad, un joven gazatí que asistió a las protestas confirma esta versión. «Nos disparaban como si cazaran pájaros, indiscriminadamente. Y no solo a la gente que estaba muy cerca de la frontera. Dispararon en todas direcciones, a muchos que estaban lejos para evitar que les dieran», explica. El relato de Ahmad coincide con el de periodistas extranjeros que cubrieron las manifestaciones, en las que hubo más de 2.700 heridos, entre ellos decenas que sufren heridas muy graves.

Los hospitales de Gaza seguían repletos, pero menos saturados que el lunes, cuando se vieron desbordados como en los peores días de la ofensiva israelí en Gaza del 2014. «Fue una locura. Tenemos un equipo quirúrgico en un hospital en el centro de Gaza que en tres o cuatro horas recibió a más de 300 pacientes», relata Elizabeth Gross, coordinadora del proyecto de Gaza de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Los equipos de MSF atendieron a 800 personas en tres hospitales y practicaron 30 operaciones, algunas en los pasillos. «Las heridas que presentan los pacientes son muy severas, muchas en la parte superior del cuerpo, el pecho y el abdomen», subraya Gross.

MSF denunció en abril que los heridos de Gaza presentaban «heridas devastadoras de una gravedad inusual y muy complejas de tratar que los dejan con discapacidades físicas muy serias y a largo plazo».

DOS MUERTOS MÁS / A los hospitales llegaron ayer heridos en las protestas que congregaron a unas 4.000 personas y en las que murieron dos palestinos más. «La gente de Gaza no va a dejar de manifestarse. Sabemos que la dignidad y la libertad cuestan un precio muy alto y la gente lo está pagando porque merecemos ser seres humanos respetados», afirma Sourani. Y denuncia que «a Israel, nadie le pide responsabilidades, tiene inmunidad para hacer lo que quiera».

Las marchas se extendieron a Cisjordania, donde centenares de manifestantes llegaron a controles militares israelís en Ramala, Belén, Hebrón y Qalqilia. Al menos 20 palestinos resultaron heridos.