La decisión del jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel sigue sacudiendo a la región. Cuatro palestinos murieron ayer. Tres fallecieron por disparos de soldados israelís mientras participaban en las protestas convocadas contra la decisión de Trump. Un cuarto fue abatido después de haber apuñalado a un policía de fronteras israelí.

Dos de los tres palestinos muertos por disparos de soldados israelís participaban en una de las nueve manifestaciones de protesta que se produjeron en Gaza, todas ellas en distintos puntos cercanos a la frontera con Israel. Una de las víctimas, Ibrahim Abu Thuraya, de 29 años, ya tenía amputadas las dos piernas e iba en silla de ruedas; la otra es Yasser Sokar, de 32 años. Con ellos ya son seis los muertos en Gaza por las balas del Ejército o por los ataques aéreos desde el 6 de diciembre, cuando Trump anunció el reconocimiento de la capitalidad de Jerusalén.

El tercer muerto de ayer por disparos israelís se produjo en una manifestación en Anata, localidad entre Jerusalén y la Cisjordania ocupada. Se trata de Bassel Ismaïl, de 24 años. El cuarto cayó cerca de Ramala tras apuñalar a un agente israelí.

TRES HERIDOS MUY GRAVES / El denominado «día de la ira» se saldó también con unos 260 palestinos heridos, tres de ellos de gravedad. Más de un centenar de manifestantes palestinos resultaron heridos en Cisjordania y Jerusalén Este, al menos 13 de ellos por munición real y otros 61 por balas de goma. Según fuentes del servicio de emergencias de la Media Luna Roja (el equivalente a la Cruz Roja en los países musulmanes de Oriente Próximo), otros 177 palestinos necesitaron atención médica por inhalaciones de gas.

Del más de un centenar de manifestantes heridos en Gaza, al menos 31 lo fueron por munición real.

En Hebrón (Cisjordania), unos 3.000 palestinos participaron en la protesta, que acabó con los enfrentamientos habituales: algunos manifestantes lanzaron piedras contra los soldados israelís y éstos respondieron con gases lacrimógenos. Las primeras confrontaciones del día se produjeron en Belén (también en Cisjordania, al sur de Jerusalén) y en la Ciudad Vieja de Jerusalén, tras el rezo de los viernes en la Explanada de las Mezquitas.

Ayer era el segundo viernes después de que Trump desatara la tormenta con el anuncio de que EEUU iba a trasladar su embajada desde Tel-Aviv a Jerusalén. La jornada se anunciaba como un nuevo barómetro de la cólera de los palestinos. Desde el anuncio del mandatario estadounidense, las protestas se han extendido a todo el mundo islámico y decenas de miles de musulmanes en distintos países han quemado banderas estadounidenses e israelís y pisoteado fotografías de Trump.

Pero a pesar de todo, la protesta no ha adquirido, al menos de momento, las proporciones de enfrentamientos violentos que muchos temían, con una población palestina agotada. El movimiento islamista Hamás hizo un llamamiento a favor de una tercera Intifada y el jueves convocó a convertir cada viernes en un «día de la ira».