Es la embajada más cara del mundo y posiblemente la mejor protegida. La nueva sede diplomática de EEUU en Londres ha costado 1.000 millones de dólares. Un conjunto arquitectónico para el siglo XXI y el primer foso que se construye en la ciudad desde la Edad Media. Situado en Nine Elms, una antigua zona industrial en plena regeneración al sur del río, el edificio principal es un ampuloso cubo de cristal de doce plantas, transparente, capaz de aprovechar la luz natural y engañosamente abierto al exterior. Sus muros son de triple vidrio a prueba de balas y otros posibles ataques. «Es la encarnación de la paz y la seguridad», según James Timberlake, uno de los socios de la firma de arquitectos Kieran Timberlake de Filadelfia, que ganó el concurso en el 2008.

El inmueble, situado en una propiedad de casi 20.000 metros cuadrados, está rodeado por un anillo de estanques y jardines, con altos setos que camuflan bolardos y una zanja protectora de 30 metros de ancho por 150 metros de largo. El último foso en Inglaterra se construyó en 1860 en Portsmouth. De acuerdo con las normas establecidas por Washington en el 2011, las nuevas embajadas estadounidenses deben tener una separación de 30 metros de la calle, un muro alrededor de su perímetro y barreras para prevenir los ataques de vehículos cargados de explosivos. En la de Londres los sistemas tecnológicos de defensa son los más sofisticados del mundo, incluido un control electrónico para prevenir las escuchas.

El recinto es en realidad una ciudad fortificada. Dentro hay cuarteles para un contingente de Marines, con 21 dormitorios, un bar, un gimnasio e instalaciones hospitalarias, preparadas para recibir posibles oficiales americanos heridos en Oriente Medio. Un conjunto pensado para ser lo más ecológicamente eficiente posible, con paneles solares y depósitos de agua de lluvia en los tejados en forma de cascada, para el riego y los sanitarios.

La nueva sede diplomática comenzará a funcionar a partir del 16 de enero, con el traslado de sus 800 empleados y acogerá unos 1.000 visitantes al día. Se espera que el presidente Donald Trump inaugure la sede diplomática oficialmente, quizás en febrero. «Estamos deseando darle la bienvenida, creo que se quedará impresionado con el edificio», afirmó durante la presentación el embajador norteamericano, Woody Johnson. La visita de Trump a Londres sería muy controvertida y no está cerrada. «Tiene una agenda muy ocupada», explicó.

El presupuesto inicial casi se ha triplicado, pero su coste íntegro quedó cubierto con la venta de otras propiedades en Gran Bretaña, incluida la antigua sede en Grosvenor Square, que ha venido funcionando durante más de medio siglo, y ha sido adquirida por la familia real de Catar para un hotel de lujo.