Europa continúa siendo el entorno más seguro para vivir, pero la tendencia de los últimos años muestra una dinámica preocupante en sus niveles de paz, en buena medida al amparo del aumento de la inestabilidad política y el terrorismo. Los registros desde el 2014 hasta el año pasado describen un descenso de los parámetros para cuantificar la concordia en 23 de los 36 estados comunitarios, la mayoría de la vertiente occidental. Y no parece cuestión de una mala racha: en la última década un 61% de los países europeos ha visto empeorarse su nivel de paz. Como consecuencia, y añadiendo esta tendencia a las previsibles consecuencias derivadas de los conflictos que se perpetúan en Oriente Próximo y África, es innegable que el mundo es hoy un lugar más inhóspito para vivir que 10 años atrás.

Para comprobar la magnitud de la tragedia no hace falta ir demasiado lejos: España es uno de los referentes en el retroceso de los niveles de armonía que refleja el Índice de Paz Global elaborado por el think tank Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Australia. En la última década ha caído 10 puestos en el registro, hasta el trigésimo lugar, a causa del terrorismo, --sobre todo el ataque yihadista de la Rambla- y «del aumento de las tensiones políticas internas», con especial énfasis por los casos de corrupción y la situación en Cataluña, revela el presidente del instituto, Steve Killelea. «Por primera vez en la historia del índice, un país occidental experimenta uno de los cinco mayores deterioros de los 163 países listados», ilustra Killelea.

«El referéndum de independencia ilegal celebrado el 1 de octubre y la declaración de independencia unilateral posterior del Parlament dieron pie a una opinión pública profundamente polarizada en la zona y en España. Lo mismo ocurrió con la torpe respuesta del Ejecutivo español en su intento de detener el referéndum» detalla el análisis. El índice, que cubre el 99,7% de la población mundial, se elabora a partir de los datos que arrojan 23 parámetros cualitativos y cuantitativos, que a su vez se articulan a partir de tres bloques: grado de militarización, conflictos en curso y seguridad y vigilancia.

El balance, que se ha hecho público y es el peor de los últimos cuatro años, describe una situación peor para 92 estados frente a los 71 que experimentaron una mejora. Islandia repite como el país más pacífico y Siria continúa como el peor del mundo en cuanto al impacto del clima de confrontación en la sociedad.

El análisis subraya que se producen «deterioros sustanciales» en la percepción del clima de paz en diversos países de la UE por tercer año consecutivo, y lo achaca eminentemente a una mayor inestabilidad política, un incremento del terrorismo y una mayor percepción de las actividades criminales. Reencauza parcialmente el equilibrio las mejoras «compensatorias» que se han producido en la Europa del Este.

La organización destaca que no se han producido grandes avances en parámetros negativos que se registraron en años anteriores, como el aumento de los niveles de corrupción en la alta política, un incremento de la desigualdad en el reparto de la riqueza y una reducción en la aceptación de los derechos fundamentales de terceros, así como un desgaste en materia de libertad de prensa. Aspectos todos que desde el think tank ya vienen vinculando desde hace tiempo con el auge del fenómeno del populismo.

Inestabilidad

Oriente Próximo y el norte de África se consolidan un año más como las regiones más inestables, mientras que Sudamérica encaja un cambio de tendencia con un retroceso, con excepciones reseñables, como las de Argentina, que mejora su clasificación ocho puestos respecto al 2016.

Un balance negativo en global que no acaba de encajar con un descenso del desembolso en armamento, una disparidad que el Instituto para la Economía y la Paz atribuye a que los conflictos «se han intensificado solo en algunas partes del mundo». En este sentido, considera fundamental para la paz mundial el cese de los conflictos armados en Siria, Irak Libia y Yemen.

De producirse, los mismos estados experimentarían mejoría en su economía. «Los países que han experimentado mayores mejoras en su nivel de paz registraron un crecimiento del PIB siete veces superior que aquellos que no lo hicieron. Una cifra que rondaría los 527 dólares per cápita en el 2030», relata el análisis. Pero la tarea no es sencilla. «Es mucho más difícil construir la paz que la guerra», sostiene Killelea.

El informe no se olvida de los refugiados y da cuenta de la magnitud de la tragedia humanitaria recordando que la cifra ha ido aumentando inexorablemente desde 1970, pero ha registrado un aumento drástico desde el comienzo del nuevo siglo. «Por vez primera suponen el 1% de la población mundial», detalla el texto conocido ayer.