Si hay algo de lo que nadie duda tras el rotundo resultado del referéndum es que Alexis Tsipras ha salido reforzado de la batalla y que llegará hoy a la cumbre extraordinaria de jefes de Estadoy de Gobierno de la eurozona arropado por el grueso de la clase política helena, incluida la oposición. La cuestión es si podrá capitalizar ese respaldo y traducirlo hoy mismo en un compromiso político que aleje de una vez por todas el riesgo del Grexit -o salida de Grecia del euro en inglés- y permita sentar las bases para empezar a negociar un tercer rescate de forma que Atenas pueda pagar a tiempo al Banco Central Europeo (BCE) los casi 3.500 millones que debe entregarle el 20 de julio.

Esa es la nueva fecha límite. Si para ese día no hay pacto, el BCE cortará amarras y el país se verá abocado a imprimir otra moneda o algún tipo de pagaré para financiar su gasto corriente. Una posibilidad que, con un corralito en marcha y el lunes prorrogado, podría llegar a producirse incluso antes si las entidades bancarias se quedan sin liquidez.

Algo que podría ocurrir más pronto de lo esperado tras la decisión adoptada ayer por el consejo de gobierno del BCE de mantener, aunque congelada, la línea de liquidez de emergencia (ELA) a los bancos griegos y elevar el colateral que pide a las entidades como garantía.

Una decisión que pone todavía más presión sobre los hombros de Alexis Tsipras para que salga esta noche con un compromiso bajo el brazo. De lo contrario, la bancarrota podría estar mucho más cerca y con ella la salida de una zona euro que muchos analistas sitúan como escenario más probable.

Gestos relevantes

La presión vuelve a ser enorme y la hostilidad no ha desaparecido, especialmente entre buena parte de la clase política alemana y los países del este de Europa. Aun así, Tsipras llega a la sede del Consejo con dos gestos que pueden facilitarle el camino y mejorar la receptividad entre sus socios. El primero, la dimisión del polémico y contestado Yanis Varoufakis como ministro de Finanzas griego, y cuyos choques con el resto de colegas han traspasado los muros del Consejo. «Complicó mucho las cosas por sí mismo. No fue agradable cuando llamó a sus colegas terroristas», admitió ayer el ministro de Finanzas belga Johan van Overtveldt.

El segundo, dada la situación interna, es todavía más relevante. El primer ministro arrancó ayer al grueso de la oposición una declaración de unidad nacional que le permitirá presentarse en la cumbre no solo con el aliento de la coalición Syriza-Anel, sino también con un pacto por escrito apoyado por los conservadores de Nueva Democracia, los liberales de To Potami y los socialistas del PASOK. Algo muy importante si consigue convencer al Eurogrupo para que ofrezca un mandato negociador a la Comisión Europea y empezar a discutir el tercer rescate de casi 30.000 millones en dos años y con reestructuración de la deuda -de casi el 180% del PIB e insostenible según el FMI- que solicitó la semana pasada en una contraoferta que no fue ni discutida.

Sin cercanía

La nueva maratoniana jornada que empieza a la una de este mediodía con un Eurogrupo de emergencia preparatorio, al que seguirá la eurocumbre a las seis de la tarde, no se presenta fácil y las valoraciones de ayer no ayudan a ser optimistas, pero hasta nuevo aviso la puerta del diálogo sigue abierta.

Según Berlín, hasta ayer no se daban las condiciones para negociar pero todo dependerá de las reformas que acepten Atenas. «El resultado del referéndum no nos acerca a una solución. Cuando se rechazan las propuestas la situación se complica», decía ayer el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, invitado junto con su colega del BCE, Mario Draghi, a participar esta noche en la cumbre. No así la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que no ha recibido invitación en un gesto muy significativo del presidente Donald Tusk hacia Atenas.

Lagarde, aun así, aseguró que la institución que dirige sigue de cerca la situación y que está dispuesta a ayudar si se lo piden. Tono frío también en la sede de la Comisión Europea. «Desgraciadamente elno en el referéndum ha agrandado la brecha entre Grecia y el resto de países de la eurozona. Se ha perdido demasiado tiempo y demasiadas oportunidades», alertó el comisario europeo del euro, Valdis Dombrovskis.

Espadas en alto, por tanto, pero también algo de aire. «La puerta está abierta, pero las propuestas deben ser serias y creíbles», reclamaron ayer Merkel y Hollande marcando el rumbo que debe seguir Grecia para permanecer en el euro.