El presidente francés, Emmanuel Macron, que hizo del europeísmo una bandera en las elecciones que le llevaron hasta el Elíseo ahora hace un año, demostró ayer ante el Parlamento Europeo que sigue aferrado a esos principios, haciendo una cerrada defensa de Europa y de la necesidad de una mayor soberanía europea. Durante casi tres horas, Macron llamó a reconstruir el proyecto europeo «que no es ni abstracto ni está caduco» en un discurso lleno de grandes palabras y en el que ha lanzado varias ideas, pero ninguna hoja de ruta para llegar a ese renacer que tanto anhela.

Desde la tribuna, Macron hizo gala del gran orador que es con un discurso solemne en el que dejó clara su concepción de Europa como «un modelo democrático único en el mundo» que hay que defender de múltiples amenazas. Entre ellas citó los «egoísmos nacionales» y el «autoritatismo que nos rodea» y exclamó que la respuesta no puede ser «la democracia autoritaria, sino la autoridad de la democracia».

No fue esta la única de las grandes frases que dejó el presidente francés, que sin embargo solo logró levantar aplausos moderados a lo largo de toda su intervención, muy lejos del entusiasmo que hace un año generó la elección de un hombre que al conquistar la presidencia de Francia hizo su aparicion en la plaza del Carrousel del Louvre con los acordes del himno europeo, en toda una declaración de principios. Porque ahí sigue Macron, en los principios, ya que en su primera prueba de fuego en el Parlamento Europeo dejó pasar la oportunidad de ofrecer detalles más concretos de su plan para transformar Europa, manteniéndose en las mismas líneas maestras que dibujó en septiembre en Grecia y en la Universidad de la Sorbona.

El dirigente defendió la necesidad de mantener un debate crítico sobre Europa para dar respuesta a los múltiples desafíos existentes y pidió que se escuche «la cólera» de la gente para ofrecer un nuevo proyecto europeo. «Los pueblos no necesitan pedagogía, necesitan un nuevo proyecto, una exigencia de eficacia en el día a día», exclamó.

Para Macron, defender la soberanía europea no es algo abstracto. «Defender la idea europea no significa diluir nuestras propias soberanías, significar actuar para hacer frente a los grandes cambios del mundo, a las grandes transformaciones. Necesitamos una soberanía más fuerte que la nuestra, complementaria y no sustitutiva. Esa es la soberanía en la que yo creo».

Macron citó entre esos grandes retos la inmigración, el cambio climático y la digitalización. Y puso un ejemplo de como él entiende la soberanía: crear un programa europeo que apoye a las colectividades locales que acogen y apoyan a los refugiados. Esta propuesta y su compromiso de aumentar la contribución francesa al presupuesto europeo si hay un «proyecto político coherente con nuevas ambiciones» fueron sus máximas concreciones.

FRIALDAD DEL GRUPO SOCIALISTA

La alocución estuvo seguida de las intervenciones de los presidentes de los distintos grupos parlamentarios y de los eurodiputados que pidieron la palabra. Los liberales fueron el grupo más generoso con Macron, seguidos de los conservadores, mientras que el presidente del grupo socialista, Udo Bullmann, le dejó claro que «con cantar el himno sobre la alfombra roja no basta». El rifirrafe más intenso se produjo sin embargo con los eurodiputados franceses de la ultraderecha.

Macron no evitó referirse a Cataluña a una pregunta del eurodiputado socialista español Ramón Jáuregui. Como en anteriores ocasiones, se mostró crítico con el independentismo al subrayar que «el marco democrático pasa por respetar Constituciones, gusten o no gusten». «La Constitución no se deshace, la soberanía no se desmorona salvo si el pueblo entero quiere hacerlo», añadió.

Macron es el cuarto dirigente europeo en aceptar la invitación del Parlamento Europeo de exponer su visión de Europa, tras los primeros ministros de Irlanda, Croacia y Portugal. La cancillera alemana, Angela Merkel, viajará a Estrasburgo después del verano y han confirmado también su asistencia los dirigentes de Bélgica, Luxemburgo, Polonia y Estonia. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, no ha dado aún su respuesta.