Una cosa es aliviar y otra perdonar y la Unión Europea sigue sin estar por la labor de condonar ni un euro de la multimillonaria deuda de Grecia. El ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, volvía a decirlo alto y claro esta semana. “No podemos acordar una reducción de la deuda de un país del euro porque está excluido por Tratado”, zanjaba el jueves en una entrevista con la televisión pública alemana en la que volvía a agitar el fantasma del Grexit. “Para eso-añadía- Grecia debería abandonar el euro”.

El mensaje no es nuevo pero lo lanzaba horas después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) alzara la voz de alarma sobre la lentitud de las reformas y las discrepancias que mantienen con los acreedores europeos entorno al tercer rescate de 86.000 millones, que se encuentra al borde del precipicio. “Hay que mantener la presión sobre Grecia para que haga reformas y recupere la competitividad. De lo contrario no podrán permanecer en la zona euro”, repetía Schäuble.

El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se ha puesto manos a la obra y ha reunido de urgencia este viernes en Bruselas a representantes de las instituciones acreedoras -Comisión, BCE y MEDE (fondo europeo de rescate)- y el FMI con el ministro de finanzas heleno, Euclides Tsakalotos. Sobre la mesa un plan de reformas por valor de 1.800 millones para 2018 y otra tanda adicional de otros 1.800 posterior, centradas en el recorte de las pensiones y en una ampliación de las bases imponibles.

POCAS POSIBILIDADES DE ACUERDO

El próximo Eurogrupo es el 20 de febrero y a diez días de la fecha parece más que improbable que puedan llegar a un acuerdo sobre la segunda revisión del rescate que permita desbloquear parte de los 6.100 millones pendientes del próximo pago. A todo lo que aspiran de momento es a enviar lo antes posible a la troika de inspectores de vuelta a Atenas. "Hay un entendimiento claro de que una conclusión a tiempo es en interés de todos. Hemos hecho progresos sustanciales y estamos cerca de llegar a un terreno común para que la misión regrese a Atenas la próxima semana", ha explicado Dijsselbloem tras un encuentro que ha calificado de constructivo.

Atenas debe pagar en julio 7.500 millones y aunque todavía queda tiempo, con tantas citas electorales en cartel -la primera en Holanda el 15 de marzo- y el auge de formaciones antieuropeas y populistas en Holanda, Francia o Alemania, la situación podría complicarse de nuevo y la tensión volver a los mercados. Dijsselbloem, que podría perder su silla en las próximas elecciones holandesas, ha querido hacer un último intento para sacar al rescate griego del impasse en el que lleva sumido desde hace semanas

UNA DEUDA "INSOSTENIBLE"

Según el Fondo, que no participa en el tercer rescate, la deuda helena es “insostenible”. Alcanzará este año el 181% del PIB y sin reformas serias llegará a un “explosivo” 275% en el 2060. De ahí este intento por recuperar la unidad en torno a la agenda reformista de Atenas dejando de lado los puntos sobre los que discrepan: la reestructuración de la deuda, que la UE no está dispuesta a tratar hasta que termine el rescate en el 2018, y el superávit primario (sin contar intereses) exigido a Atenas. El programa de rescate incluye un superávit del 3,5% a partir del 2018 mientras que el FMI cree que Atenas solo alcanzará un 1,5% y que ir más lejos hundirá su crecimiento.