La Unión Europea (UE) y Estados Unidos han pactado una frágil tregua en la guerra comercial que amenaza la economía mundial. El compromiso suscrito en Washington el 25 de julio por el presidente Donald Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha evitado una escalada del conflicto entre los principales aliados en la OTAN y ha alejado la amenaza de la Casa Blanca de imponer de inmediato una tasa del 25% de los automóviles europeos exportados a EEUU.

Europa ha prometido de forma vaga aumentar sus compras de soja y gas norteamericano para abrir el diálogo con Washington de cara a eliminar los aranceles a los productos industriales, salvo automóviles (en los que EEUU aplica una tarifa del 25% a camiones, furgonetas y suburbanos). Pero el compromiso no resuelve las raíces del conflicto -la errónea culpabilización a la UE del déficit comercial norteamericano-, ni la volatilidad de Trump permite aventurar si se trata realmente del inicio de una desescalada o una mera pausa antes del salto a una guerra comercial a gran escala, como ha ocurrido con China.

La UE podría sufrir ahora un proceso negociador similar al de China si Trump cree que no logra suficientes concesiones europeas o estima que una imagen de dureza puede favorecer las expectativas del Partido Republicano en los comicios parciales de noviembre. El secretario de Comercio norteamericano, Wilbur Ross, ha indicado que, pese al compromiso, sigue adelante la preparación de tasas a los automóviles europeos en base a su supuesta amenaza para la seguridad nacional. Tampoco hay ningún compromiso para levantar las tarifas al acero y aluminio europeos. Las tensiones comerciales al actual nivel pueden reducir el crecimiento económico mundial en 0,5 puntos porcentuales, advierte la directora del FMI, Christine Lagarde.

La UE y Washington ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la cifra del déficit comercial norteamericano con Europa. La Comisión Europea fija ese déficit en 120.000 millones de euros en el 2017, mientras que el Gobierno norteamericano lo eleva hasta 130.000 millones (151.000 millones de dólares).

Déficits endémicos

Pese a que Trump culpa del déficit a las «prácticas comerciales desleales» europeas, hace más de 50 años el economista Robert Triffin señaló que el país cuya divisa se utiliza de reserva global, como el dólar, está condenado a sufrir déficits endémicos por la penalización de sus exportaciones a causa de una moneda sobrevaluada, aunque goza del privilegio de financiación barata y un crecimiento basado en el sobreconsumo. En 1987, Paul Krugman (nobel de Economía 2008) también destacó el papel clave en el déficit comercial de la sobrevaloración del dólar por su papel de reserva mundial y el creciente endeudamiento de EEUU. Krugman señaló que el déficit comercial de EEUU se ve alimentado además por su mayor crecimiento económico respecto a otras potencias y al declive de su antigua ventaja comparativa tecnológica y de productividad respecto a los demás países.

La inesperada tregua pactada en Washington fue fruto de la necesidad de Trump de poder presentar un éxito político para contrarrestar el asedio del russiangate y la rebelión de líderes republicanos de las zonas castigadas por las represalias de China, México, Canadá y la UE a su subida de las tarifas comerciales. El Gobierno norteamericano había aprobado la víspera una ayuda de emergencia de 10.000 millones de euros a los agricultores perjudicados por las represalias comerciales.

Promesa supeditada

Trump pudo presentar el anuncio europeo de importaciones de soja como un éxito para paliar la pérdida del mercado chino, aunque la UE ya iba a adquirir la soja norteamericana, porque su principal proveedor, Brasil, ha reorientado sus ventas hacia China. La promesa de la UE de incrementar las compras de gas norteamericano, que se han desplomado este año, está supeditada a que su precio sea competitivo frente al gas ruso y a la construcción de más terminales, como dijo Juncker.

El reto para la Unión Europea es mantener el diálogo con Washington sin tarifas adicionales cuando sea evidente que las compras europeas de soja son limitadas y las de gas no son las «grandes cantidades» anunciadas. La agenda de la negociación comercial también será un foco de tensión, porque Estados Unidos quiere incluir el sector agrario y la UE lo omitió del texto.

A nivel europeo, la agenda puede plantear fricciones porque Francia no quiere que se esquiven las normas alimentarias y sanitarias de la UE y reclama que se levante el veto a las firmas europeas en los contratos públicos de EEUU y que se suprima la penalización al acero y aluminio antes de concluir un acuerdo.