La Citadelle (La Ciudadela) es un local de aire rústico de apenas 50 metros cuadrados abarrotado de muebles, con techos con vigas de madera y paredes tapizadas de estandartes flamencos. Frente a la barra hay una estatua de Juana de Arco y en el ángulo opuesto, una camiseta negra con la inscripción ‘Generación antichusma’ se vende a 30 euros. En una mesa hay pegatinas apiladas con el mensaje ‘¡Cacemos a los islamistas!’.

Es ahí, en un edificio del siglo XVII a 200 metros de la Grand Place de Lille, donde tiene su cuartel general la rama norteña deGeneración Identitaria Flandes Artois Hainaut, una asociación ultraderechista, islamófoba y antiinmigración que hace dos años organizó patrullas en el metro de la ciudad para librarlo de “gentuza”.

Hasta ahora el club estaba reservado a los militantes, pero el pasado sábado abrió sus puertas a “todos los patriotas sinceros”, es decir, “a quienes defiendan una triple identidad: flamenca, francesa y europea”, según explica a este diario Aurélien Verhassel, presidente regional de la asociación. Un criterio deliberadamente ambiguo.

Para entrar en 'la casa de la identidad’ hay que ser socio y pagar 10 euros al año. En el formulario de solicitud, además de los datos personales, el candidato tiene que indicar cuál es su personaje histórico favorito “para conocer la tendencia ideológica”.

Generación Identitaria cuenta con 300 miembros en el norte de Francia, pero Verhassel confía en seguir reclutando. Este asesor de comunicación de 32 años, formado en Derecho y Ciencias Políticas, está encantado con la publicidad que le ha dado la polémica creada por la apertura del bar.

FRANCÉS DE RAZA BLANCA

En la prensa local ha declarado que para acceder al local hay que serfrancés y que “no se puede ser francés sin ser de raza blanca, salvo excepciones”, pero él niega ser racista o impedir la entrada a los extranjeros. “Es una pregunta grotesca, tengo 30 años y no me intereso por cuestiones del siglo XIX. Nosotros estamos a favor de la diversidad cultural”, sostiene.

Después de que el diario regional ‘La Voix du Nord’ publicara la intención de Generación Identitaria de inaugurar un centro que juega con los límites de la legalidad, se puso en marcha una campaña en la plataforma Change.org para exigir su cierre. Una iniciativa de la edila ecologista Josiane Dabit que lleva recogidas 60.000 firmas.

“Son unos fascistas y eso no es aceptable. No podemos tener un sitio como este en Lille. Así se empezó en los años 30 y conviene tener memoria. Ese local es una provocación y, por supuesto, el Frente Nacional va a sacar provecho”, dice Dabit en conversación telefónica.

La alcaldesa de la ciudad, la socialista Martine Aubry, entiende la petición pero no puede ordenar su cierre salvo que se cometa alguna ilegalidad, porque se trata de un club privado gestionado por una asociación autorizada en Francia y en Bélgica.

Mientras, la reacción de vecinos y comerciantes oscila entre la indignación y el temor a los altercados. A sus 47 años, a Régis, dueño de una tienda de bicicletas en la misma calle de La Citadelle, no le cabe ninguna duda de que se trata de un grupúsculo “abiertamente racista e incluso neonazi”. “Es muy peligroso. Inevitablemente va a crear tensiones”, augura.

Más condescendiente, detrás del mostrador de un negocio de productos de nutrición, Audrey cree que “cada uno puede tener sus ideas siempre y cuando no moleste al resto de los negocios”.

ECHAR LEÑA AL FUEGO

“Es verdad que tienen derecho, porque en Francia hay libertad de expresión y de reunión, pero yo estoy totalmente en contra porque echan leña al fuego en un contexto ya muy complicado”, reflexionaCécilia, una estudiante de periodismo de 24 años.

El contexto es el del ascenso rampante de las ideas de la extrema derecha en un país sacudido por el terrorismo que mira con creciente recelo a los musulmanes franceses.

Verhassel en ese aspecto de una claridad meridiana: “El islam no tiene nada que hacer en Europa. Es la consecuencia lógica de la inmigración masiva. Esa población tiene que volver a sus países”.

Feudo tradicional de la izquierda, donde el Partido Socialistagobierna desde hace décadas, Lille se ha resistido hasta ahora al avance del Frente Nacional. En las elecciones regionales de diciembre del 2015 el partido de Marine Le Pen obtuvo en la capital flamenca solo el 16% de los votos, frente al 42% que logró a nivel nacional.