Dicen que una de las características de un buen empresario es adelantarse a los cambios del mercado, anticiparse a las nuevas reglas para adaptar sus negocios a ellas. Nadim Joury, el cristiano propietario de la cervecera Taybeh, una de las empresas más prósperas de los territorios ocupados, es un buen ejemplo de este olfato empresarial. Tras la victoria del grupo islamista Hamás en las elecciones, Joury pondrá a la venta una cerveza sin alcohol para que el negocio no se resienta, si los islamistas prohíben las bebidas alcohólicas.

"Empecé a pensar en ello hace cuatro o cinco meses, cuando se decía que Hamás iba a conseguir el 30% de los votos. Pensé que si esto seguía así, en los próximos comicios ganarían. Por desgracia, han ganado antes de hora, pero yo ya estoy preparado", explica Joury mientras muestra el envase del nuevo producto, que se pondrá a la venta en verano.

A diferencia de los otros tres tipos de cerveza que comercializa la empresa --la rubia normal, la negra y la light--, cuya etiqueta está escrita en inglés, la sin alcohol se comercializará escrita solamente en árabe y con un significativo fondo verde, el color del islam y el de Hamás. "No creo que los extranjeros quieran beber cerveza sin alcohol", afirma el empresario para justificar esta opción.

Taybeh, que significa delicioso en árabe, es toda una institución en los territorios ocupados. Creada en 1995, al rebufo del optimismo tras los acuerdos de Oslo, la empresa produce 6.000 hectolitros de bebida al año, "aunque si hubiera más demanda se podría producir más", aclara Joury. En el proceso de elaboración de la cerveza se utiliza malta francesa y belga y aromatizantes procedentes de Alemania y la República Chequia.

Requisitos alemanes

A pesar de ser un negocio familiar de los Joury --la principal familia de la aldea de Taybeh donde nació y se encuentra la fábrica y cuyo alcalde es un hermano del propietario--, Taybeh cumple los requisitos de calidad de la ley alemana y se produce en ese país y en Bélgica. "Tenemos un proyecto para comercializarla en España, pero aún está en un estado embrionario", dice el empresario, que emplea a 15 personas.

Cuando decidió comercializar una cerveza sin alcohol, en la mente de Joury estaba muy presente el recuerdo de lo sucedido en la franja de Gaza, feudo de Hamás. Antes de la Intifada, tras el incendio de un hotel en el que se servía alcohol, Taybeh dejó de distribuirse igual que el resto de bebidas alcohólicas.

"Tras su victoria, Hamás sólo tiene dos opciones: moderarse, que es lo que a todos nos gustaría que ocurriera, o radicalizarse más y convertirse en más estricto, lo que supondría muchos problemas para la sociedad palestina", opina el empresario, quien añade: "Cruzamos los dedos para que no se radicalice. Tiene muchos frentes abiertos más importantes que el de si los palestinos beben o no beben alcohol".

Como empresa en los territorios ocupados, Taybeh sabe mucho de estos problemas que sufren los palestinos y que están en la base de la victoria del movimiento islamista. Durante la Intifada, las ventas de la firma cayeron hasta un 60%. Distribuirla por Cisjordania, y sobre todo por Jerusalén, era una odisea burocrática, de controles militares y de eterna incertidumbre , hasta que adquirieron vehículos israelís. En Israel, Taybeh se vende de dos formas: abiertamente, con su nombre, o bien en barril, en cuyo caso muchos restauradores ocultan que se trata de una cerveza palestina y la sirven como israelí.

Botellas israelís

Significativo de estos obstáculos es el origen de las botellas de cristal en las que se embotella la cerveza. En un principio, Joury las importaba de Portugal, pero las autoridades israelís retenían los envases en el puerto de Ashdod durante meses sin concretar un motivo claro, a pesar de que toda la documentación estaba en regla. Tras un tiempo, por fin le explicaron lo que sucedía: si contrataba a un proveedor de botellas israelís no tendría estos problemas para recibir sus pedidos. Joury explica que no tuvo más remedio que aceptar.

Y así, en unas condiciones muy difíciles, la suave cerveza Taybeh se ha convertido en más famosa que el pueblo cisjordano que la vio nacer y en un negocio más que rentable para los Joury. "A todo el mundo le gusta beber cerveza. Sólo el 2% de la población palestina es cristiana, y es imposible que ellos se beban toda nuestra producción. Es obvio que los musulmanes también la consumen", afirma con una sonrisa emprendedora.