A principios de la legislatura, la discreción y el estrecho margen de maniobra a la sombra del hiperpresidente Nicolas Sarkozy merecieron a François Fillon el nada complaciente apelativo de Mister nobody (don nadie). Pero a medida que la imagen del jefe del Estado se iba desgastando a fuerza de ocuparse de todo con un estilo altisonante, los franceses han ido apreciando cada vez más la personalidad seria y comedida del primer ministro.

Originario de Le Mans, Fillon, de 56 años, creció en el seno de una familia acomodada y forjó su carrera política en la Unión por un Movimiento Popular (UMP) a caballo entre su feudo de la Sarthe y París.

Apartado del Gobierno

Ostentó el cargo de ministro de Educación en varios mandatos conservadores y también de Asuntos sociales. Pero con el nombramiento de Dominique de Villepin como primer ministro, en el año 2005, fue apartado del Gobierno.

Fillon se asoció con Sarkozy y se convirtió en la mano derecha de su campaña presidencial. Casado con una galesa católica y padre de cinco hijos, Fillon cultiva una imagen de aristócrata inglés, con su flema, su fina ironía, y sus pequeñas excentricidades, como su pasión por los coches de carreras, los toros y los calcetines rojos. Muy apreciado en el partido, en los últimos meses ha ido afirmando su perfil propio, permitiéndose disentir de Nicolas Sarkozy en cuestiones como las expulsiones de gitanos.