Normalmente abarrotada y caótica, Bombay parecía ayer una ciudad semidesierta. El trayecto desde el aeropuerto al sur de la ciudad, que generalmente se recorre en una hora y media entre atascos y semáforos, se podía hacer en poco más de 40 minutos por carreteras prácticamente vacías, en medio de un paisaje de comercios cerrados y aceras despejadas. Ni controles, ni barricadas policiales: todos los efectivos estaban concentrados en los puntos tomados por los terroristas que la noche anterior habían sembrado el pánico en la ciudad.

El ataque, que lleva el sello islamista y se ha convertido en el asalto terrorista más largo de la historia de Bombay, había causado hasta última hora de ayer al menos 125 muertos, entre ellos como mínimo seis extranjeros, y 333 heridos, de los que dos son españoles. Y la operación seguía en marcha, en medio de una gran confusión. Las inmediaciones del Hotel Oberoi, donde había dos españoles entre las cerca de 200 personas atrapadas, parecían un campo de entrenamiento militar. Media decena de camiones del Ejército, autobuses con agentes de la Guardia de Seguridad Nacional --la fuerza antiterrorista de élite--, brigadas policiales, ambulancias y efectivos de los bomberos ocupaban buena parte del paseo marítimo frente al hotel.

Todos, autoridades, periodistas y curiosos, mantenían la vista puesta en el rascacielos principal del Oberoi, donde esporádicamente se oían tiroteos. En varias ocasiones, entre la multitud reunida a unos 100 metros del hotel alguien apuntó a alguna silueta humana que se podía atisbar en una ventana, y hacia allí giraban instantáneamente todos los ojos y cámaras. El lujoso establecimiento, de 365 habitaciones y con más de 900 empleados, registraba una ocupación de casi el 90% el día del asalto, según dijeron a este diario fuentes cercanas a la dirección.

Hacia mediodía se hablaba de decenas de evacuados, que eran trasladados al edificio perteneciente a Air India, colindante con el Oberoi, para recibir asistencia antes de ser llevados a hoteles u hospitales. "Llevamos aquí desde la pasada madrugada, porque entre los atrapados está un hombre de negocios al que nuestra compañía invitó a Bombay", explicaba el empresario Sanjay Vaswani, que, de cuando en cuando, recibía SMS "aterrorizados" del hombre, encerrado a cal y canto en su habitación del piso 11.

ESPAÑOLES ATRAPADOS

Tres plantas más arriba, en el piso 14, se encontraban los españoles Álvaro Rengifo Abad, de la empresa Isolux-Corsán, y Alejandro de la Joya, de Ferrovial, ambos refugiados juntos en una habitación. Un tercer español, Francisco Garrote, que también había quedado retenido durante el ataque, pudo salir ileso, según el embajador español en la India, Ion de la Riva.

El Oberoi vivió hacia mediodía algo de calma, pero a media tarde comenzó una sucesión de tiroteos que desembocó en la liberación de otra docena de huéspedes, todos extranjeros. El primer grupo, tres hombres y dos mujeres --una de ellas herida en un brazo--, salió visiblemente conmocionado por la puerta trasera del edificio de Air India y montó directamente en una ambulancia. Luego fueron saliendo los otros siete, escoltados por la policía y sin decir palabra. Solo un hombre de mediana edad esbozó una sonrisa e hizo el signo de la victoria a los periodistas. Anoche se hablaba de unos 70 evacuados de este hotel, pero no había información de que los dos españoles estuvieran entre ellos.

Mientras, las operaciones continuaban también ayer en el Hotel Taj Mahal y en la Nariman House, un complejo comercial y residencial que alberga en su interior un centro judío. Siete personas que estaban retenidas allí por los asaltantes pudieron ser liberadas por las fuerzas de élite antiterroristas poco antes de la puesta de sol, aunque a última hora del jueves los agentes mantenían la operación abierta para cercar a dos terroristas que seguían en el edificio. El Hotel Taj Mahal fue, a su vez, escenario de combates entre las fuerzas de seguridad y los asaltantes durante todo el día. Las operaciones se prolongan allí para capturar al último terrorista que quedaría en el lugar.

Mientras, decenas de turistas españoles y miembros de la delegación de la Comunidad de Madrid que viajaban con Esperanza Aguirre y que quedaban en Bombay se disponían a abandonar la ciudad en un avión fletado por el Ministerio de Exteriores, y que tenía su partida prevista hacia las 5.00 hora local del viernes (00.30 hora española). Algunos de ellos pasaron la jornada en la residencia del cónsul español en Bombay, César Alba.

De la Riva confirmó a este diario que todos "se encuentran bien". Precisó que la delegación de eurodiputados que estaba en Bombay, encabezada por Ignasi Guardans, se disponía a dejar la ciudad en un avión fletado por Francia. En el centro judío Chabad estaban retenidos entre 10 y 20 israelís.

El primer ministro indio, Manmohan Singh, en un discurso televisado a la nación, condenó duramente los atentados y culpó de ellos de forma indirecta a Pakistán, al creer "evidente" que los autores provienen de fuera de la India.