Como pasó en Portugal, como ocurre en España, Irlanda ha entrado en la ruta de la inestabilidad política, sin un partido con mayoría suficiente para formar Gobierno. Negociaciones y posibles pactos se anuncian largos y difíciles tras la fragmentación del voto en las elecciones legislativas del viernes. Los irlandeses se han sumado a la tendencia de castigar a los gobernantes empeñados en hacerles pagar por una crisis que los ciudadanos no habían causado. “La gente ha sufrido, ahora es el turno de los políticos”, afirma el editorial del diario británico 'The Guardian'.

Estel lunes, cuando ya están adjudicado 148 de los 158 escaños delDáil (el Parlamento de Dublín), sobre el tablero se dibujaba unendiablado rompecabezas. El 'establishment' que ha dirigido el país durante décadas se tambalea. Mientras proliferan los diputados independientes y los pequeños partidos, el Fine Gael y el Fianna Fáil, las dos grandes formaciones, históricas y rivales, son cada vez más débiles.

La primera, que encabeza los resultados con 47 diputados, queda muy por debajo de los 76 que obtuvo en el 2011. La segunda con 43 escaños, contra los 20 que logró hace cinco años, recupera terreno, pero se halla muy lejos de la mayoría absoluta. Una y otra tratarán en los próximos 10 días de formar su propio Gobierno, tarea que parece fallida de antemano.

El Sinn Féin, que ha sacado buen provecho de su campaña antiausteridad (“la más lograda de toda mi vida”, según su líder, Gerry Adams), advierte de que no formará parte de ningún Gobierno minoritario, ni con el Fine Gael, ni con el Fianna Fáil. De acuerdo con Adams se ha producido “un reajuste fundamental en la política irlandesa”, porque ninguna de las dos grandes formaciones, “cuenta con un apoyo mayoritario”.

Los republicanos han logrado de momento 22 escaños, 8 más que en el 2011 y se ha convertido en la tercera fuerza política del país. Ocho partidos y alianzas, al igual que un número de candidatos independientes, van a estar representados en el próximo Parlamento. Esa atomización complica mucho las cosas.

DE VACACIONES SIN GOBIERNO

No habrá nuevo Gobierno antes de Semana Santa, ha declarado el exprimer ministro y exlíder del Fianna Fáil, Bertie Ahern. “No hay una solución obvia”, afirma, al tiempo que pide paciencia ante “un nuevo juego” de poderes y equilibrios. “Alguna gente parece haberse presentado a la elección sólo para estar en la oposición. No tienen interés en ayudar”, afirma quejoso.

Ahern ve muy difícil una gran coalición entre su partido y el Fine Gael, opción a la que ambas partes se resisten. Sin embargo, “cualquier tipo de mayoría sin ninguno de los dos, es imposible”, señala Theresa Reidy, profesor de Ciencias Políticas de la University College de Cork.

El Parlamento debe volver a reunirse el próximo 10 de marzo. Elprimer ministro (Taoiseach) en funciones, Enda Kenny, ha asumido “la obligación”, de explorar todas las opciones, sobre las que aún no se ha pronunciado. Kenny tratará de lograr la investidura para seguir en el cargo, como también lo intentará Micheál Martin, líder de Fianna Fáil.

Ambos tienen pocas posibilidades de éxito, según los analistas. “Estamos en territorio desconocido, ante esta nueva situación política. Los partidos tradicionales ya no tienen el apoyo mayoritario que han tenido siempre”, ha reconocido Billy Kelleher director de campaña del Fianna Fáil.

Dada la composición del nuevo Parlamento, una posibilidad sería designar un Gobierno de estilo escandinavo, en el que una administración en minoría es apoyada por diferentes alianzas, paso a paso, pactando cada una de las futura decisiones importantes a tomar.

Irlanda ha entrado en un 'impasse' en el que puede eternizarse. La situación recuerda a la de España, que sigue sin Gobierno diez semanas después de las elecciones. Los irlandeses han empleado las urnas, no para decidir un nuevo equipo al frente del país, ni para premiar la recuperación económica, sino para vapulear a políticos que desoyen sus quejas y miran con indiferencia sus privaciones.

Si finalmente no hay pacto posible de alcanzar para formar Gobierno, la única salida será la nueva convocatoria de comicios en el plazo de seis meses.