En octubre de 1922, miles de fascistas, armados con palos y pistolas y alentados por Benito Mussolini recorrieron Italia a pie hasta Roma. La marcha, a la que le siguió la toma de poder por parte de Mussolini, instauró el modelo fascista en Italia. Casi 100 años después, la intención del grupo de extrema derecha Forza Nuova de celebrar este año el aniversario, ha provocado una enérgica reacción de repudio del Ejecutivo italiano. “Esa manifestación va en contra de la ley”, ha respondido el ministro de Interior, Marco Minniti.

Lejos de considerarlo un capítulo cerrado, en momentos de auge de grupos ultranacionalistas en varios países europeos, Roma se resiste a que los odios del pasado recobren actualidad. Con este preámbulo como base, el gobernante Partido Democrático ha reabierto el debate e incluso encaminado un proyecto de ley para introducir en su Código Penal el artículo 293-bis, que castiga con penas de hasta dos años de cárcel a quienes hagan propaganda a favor del fascismo o nacionalsocialismo alemán.

Solo falta el Senado

La ley, ya aprobada por el Congreso italiano y que próximamente debe ser debatida por el Senado, constituye un intento para sancionar a toda persona que produzca, distribuya, difunda o venda “bienes que evocan personas, imágenes o símbolos” con una alusión explícita a las ideologías fascista y nazi. Y prevé que la pena sea aumentada en un tercio si el hecho se comete a través de herramientas telemáticas o informáticas.

“Es una ley para ponerle un freno a los resabios neofascistas de algunos y al auge de las ideologías de extrema derecha”, ha dicho el diputado Emanuele Fiano, unos de los promotores.

De hecho, aunque Italia ya posee dos leyes que castigan el fascismo —la ley número 645 de 1952 y la número 205 de 1993—, en su aplicación los jueces italianos las han limitado a menudo a actos que tengan como objetivo resucitar al partido fascista. “Algo que ha tenido como consecuencia que, en los últimos años, haya costado mucho castigar”, razona Raffaele Bifulco, constitucionalista de la Universidad Luiss de Roma.

Ocurrió, por citar un caso, en marzo del 2015, cuando el tribunal de Livorno absolvió a cuatro tifosi que habían hecho el saludo fascista durante un partido de fútbol. Otro ejemplo es Predappio, el pueblo en el que está enterrado Mussolini, donde todos los años centenares de turistas hacen acopio de souvenirs fascistas.

Buzón de denuncias

Así también la junta regional de Toscana ha anunciado en los pasados días la creación de un observatorio para que los ciudadanos puedan detectar y denunciar posibles violaciones del delito de apología del fascismo. “Es una iniciativa importante, pues se está desarrollando un fascismo xenófobo”, ha dicho Massimo Mezzetti, consejero regional de Emilia Romaña.

El razonamiento define un sentimiento que no es solo de condena al pasado, sino de preocupación por el futuro, en especial pues el nuevo blanco son los inmigrantes y las ONG de promoción social. Fue la desventura del párroco Massimo Biancalani, quien a finales de agosto fue amenazado por Forza Nuova. Su culpa: haber llevado a un grupo de inmigrantes a una piscina.