El Gobierno argentino buscaba ayer una tregua a la "guerra del campo" antes de que se le escape de las manos. Y si bien en público mantenía un discurso intransigente, al mismo tiempo había habilitado líneas paralelas de negociación con los productores agropecuarios. Pero la situación no es sencilla. Los líderes de la protesta quieren que el Gobierno abandone su idea de subir los impuestos a las exportaciones cerealeras.

Mientras el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, iniciaba sus contactos con dirigentes agropecuarios, se desarrollaba una batalla campal en una carretera. De un lado, los "piquetes de la abundancia", como los llamó con desdén la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Por el otro, camioneros decididos a romper el bloqueo en una ruta de la provincia de Córdoba. Su sindicato es un aliado clave de la presidenta.

Las consecuencias de los bloqueos de tráfico se sienten con fuerza en los centros urbanos donde la carne y verduras son un recuerdo cercano y la falta de harina para pan es una amenaza.

En medio de la tensión se esperaba ayer algún gesto de Cristina Kirchner. La presidenta se disponía a hablar en público con los resultados de las secretas negociaciones previas. Los huelguistas creen que, si no hay arreglo, vendrán los grupos de choque. En la madrugada de ayer unpiquete liderado por el exviceministro kirchnerista Luis D´Elía llegó a la plaza de Mayo a repartir palos contra quienes protestaban.