El kirchnerismo es una versión del peronismo, que a la vez se llama de manera oficial Partido Justicialista (PJ). Pero la sigla tiene otro significado en Argentina desde que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró ser víctima de una campaña desestabilizadora del “Partido Judicial”. Según Fernández de Kirchner la “marcha del silencio” que se realizó días atrás en distintas ciudades del país "no fue el homenaje" al fiscal Alberto Nisman a un mes de su deceso "sino el bautismo de fuego" de un "nuevo ariete contra los Gobiernos populares, que suplanta” al antiguo “partido militar" que llevaba adelante los golpes de Estado.

En un nuevo mensaje publicado en las redes sociales CFK estimó que el Partido Judicial ha irrumpido en la escena política "con respaldo masivo" aunque "no popular". Este supuesto partido está "integrado por grupos de jueces y fiscales vinculados y promocionados por los grandes medios y grupos económicos" que intentan "desestabilizar al Poder Ejecutivo y desconociendo las decisiones del Legislativo".

De acuerdo con la presidenta, “ya no se trata de golpes violentos que interrumpen el funcionamiento de las instituciones y de la Constitución. La modalidad es más sofisticada. Articula con los Poderes económicos concentrados y fundamentalmente con el aparato mediático monopólico, intentando desestabilizar al Poder Ejecutivo y desconociendo las decisiones del Legislativo. O sea, un súper poder por encima de las instituciones surgidas del voto popular”. Para Fernández de Kirchner el Partido Judicial “arma” causas en los tribunales al mismo tiempo que “cajonea (entorpece) otras”.

LA PEOR SEMANA POLÍTICA

La larga carta se conoce después de que la presidenta atravesara una de las peores semanas políticas de su segundo mandato. Justo en medio de su cumpleaños 62. Los saludos de sus colegas latinoamericanos y del presidente de China, Xi Jinping, los mensajes de sus fervorosos adherentes, debieron quedar opacados por la catarata de noticias políticas y judiciales adversas. Apenas transcurrida la multitudinaria “marcha del silencio” en homenaje al fiscal que, con pruebas muy endebles, la acusó de intentar encubrir a los iraníes presuntamente implicados en el mayor atentado terrorista cometido en Argentina, comenzaron a llegar desde tribunales las señales menos auspiciosas.

La Cámara Federal ratificó el pasado jueves el procesamiento en primera instancia del vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou. El juez Ariel Lijo lo había considerado meses atrás “autor de los delitos de negociaciones incompatibles con la función pública y cohecho pasivo”. Para el magistrado, el primer vicepresidente procesado en la historia de este país está asociado a la oscura compra de Ciccone calcográfica, la imprenta donde se imprimen el papel moneda en este país. En la noche del viernes, en tanto, fue detenido en la provincia de Mendoza, Alejandro Vandenbroele , el supuesto testaferro que habría usado Boudou para adquirir la imprenta. Vandenbroele era buscado por Interpol a pedido de la Justicia uruguaya, que lo investiga por lavado de dinero.

Otra sala de la Cámara Federal rechazó a su vez una recusación contra el juez Claudio Bonadio, que investiga presuntas operaciones de lavado de dinero en el hotel patagónico Hotesur, propiedad de la presidenta y de sus dos hijos, Máximo y Florencia. Bonadio, especula la prensa, podría citar en breve al hijo mayor de los Kirchner, quien, a pesar de su bajo perfil, maneja la rama juvenil del kirchnerismo.

Las malas noticias no se detienen ahí. Ese mismo tribunal, pero en el fuero Civil y Comercial, confirmó en las últimas horas una medida cautelar presentada por el Grupo Clarín que deja en suspenso el proceso por el cual el principal multimedios de este país, profundamente enfrentado con el Gobierno, debe desprenderse de parte de sus activos en cumplimiento de la ley Audiovisual.

En este contexto es que CFK decidió intervenir en las redes sociales. “Cuando hablo de lo que algunos no quieren, un fiscal me exige que me calle, y cuando no hablo de lo que ellos quieren, me reclaman que hable. En síntesis: la palabra y el silencio, parecen tener dueños en la Argentina”, dijo en su defensa.

Según el analista político Walter Curia, la respuesta de la Presidenta no sorprendió. “Básicamente, confirma dos cosas: primero que Cristina Kirchner va seguir escalando la confrontación hasta el último día (nadie seriamente esperaba otra cosa) y luego -incluso más allá de su obsesión con los medios- que la Justicia ha sido el verdadero obstáculo que el kirchnerismo no pudo sortear en su proyecto de concentración de poder”.