"Flandes ha proclamado unilateralmente su independencia. Bélgica ha dejado de existir", afirmó con rostro grave el presentador del telediario de la cadena pública francófona RTBF. Eran las 20.21 horas de la noche del miércoles. La cadena acababa de interrumpir su programación con un informativo especial en directo para anunciar el fin del país.

Los telespectadores francófonos no podrán olvidar la media hora siguiente, mientras veían en directo los primeros efectos de la secesión flamenca: "El rey ha abandonado el país", "los trenes son bloqueados en la frontera de Flandes", "entusiasmo en Amberes", "controles policiales en la frontera". Todo ello, acompañado de comentarios cómplices de destacados políticos entrevistados por los reporteros de RTBF. Solo a las 20.50 horas apareció en la pantalla la indicación de que se trataba de una ficción, aunque el programa continuó una hora más hasta el ficticio asalto militar final a la tele.

El impacto del informativo ficticio, concebido para forzar un debate público sobre la perpetua amenaza de secesión de Flandes, superó las expectativas de sus creadores y ha desatado una tormenta política en Bélgica. El primer ministro, Guy Verhofstadt, calificó la emisión de "irresponsable" en la actual coyuntura de inminente pulso entre flamencos y valones para una mayor cesión de poderes a las regiones.

Los dirigentes de los partidos de la coalición liberalsocialista subrayaron que "los ciudadanos tienen el derecho a ser informados por el servicio de televisión de manera objetiva y rigurosa". La oposición democristiana flamenca calificó la emisión de "tentativa de desestabilización del Estado" y el presidente del Gobierno flamenco, Yves Laterne, acusó a la RTBF de "levantar a los valones contra los flamencos". El programa había sido preparado por RTBF en secreto durante dos años.