El viernes pasado, la Policía liberó a 11 niños de entre 1 y 15 años, en un destartalado en el norte de Nuevo México, junto a la frontera con Colorado. Cinco adultos, ya arrestados e imputados por abuso de menores, les mantenían en condiciones infrahumanas. El lunes se hallaron en el complejo restos en descomposición de un menor. Aunque no ha sido identificado aún se teme que es Abdul-Ghani Wahhaj, el hijo de uno de los detenidos, Siraj Ibn Wahhaj, que era buscado por las autoridades de Georgia después de que en diciembre su esposa denunciara que se había llevado a su pequeño, un niño que sufría encefalopatía hipóxico-isquémica y otros males, que necesitaba atención médica constante y que justo el lunes habría cumplido cuatro años. La fiscalía aseguró el miércoles pasado que al menos uno de los niños liberados fue entrenado en el uso de un rifle de asalto para cometer un tiroteo en una escuela. No ha habido una acusación formal por ese supuesto entrenamiento de momento, pero en un documento judicial presentado por el fiscal Timothy Hasson se afirma que fueron informados de ello por un padre de acogida de uno de los menores liberados del complejo. En el lugar se localizaron también más armas y municiones, y un campo de prácticas de tiro.

El documento afirma que se está investigando si hubo «conspiración para cometer tiroteos escolares». No se dan, no obstante, más detalles ni pruebas y Aleksander Kostich, un abogado de oficio estatal que se encarga de la defensa de los acusados, ha pedido «contención». Los cinco arrestados, dos hombres y tres mujeres que se cree que son madres de todos o la mayoría de los niños, comparecieron el miércoles en tribunales del octavo distrito judicial de Nuevo México, donde todos se declararon inocentes de los 11 cargos que se les imputan a cada uno por abusos de menores. Wahhaj tiene que responder también por la desaparición de su hijo. Los niños no tenían comida ni agua ni zapatos, y básicamente vestán harapos sucios como ropa.