«¿Salvamento humanitario? No, es un farol, se trata de una asociación para delinquir». Así lo escribió en su página de Facebook Matteo Salvini, líder de la xenófoba y antieuropeísta Liga (del Norte), poco después de conocerse que la fiscalía de Catania había ordenado la retención de la nave de Open Arms.

La oenegé había desembarcado el pasado sábado en Pozzallo (Sicilia) a 218 inmigrantes salvados en el canal de Sicilia. El aventuroso salvamente tuvo lugar en medio de amenazas y disparos de la Guardia Costera libia, que pretendía que la tripulación de la nave les devolviese a los migrantes.

«El asunto de Open Arms confirma cuanto llevamos denunciando desde hace dos años, o sea que la mayor parte de las naves de estas oenegés no tienen como objetivo salvar vidas humanas, ya que de ser así usarían los puertos más cercanos (al salvamento) en Malta, Túnez o los mismos puertos de Libia», escribió la Liga en su página oficial de Facebook. El escrito termina invocando que «la magistratura desmantele de una vez por todas este vergonzoso tráfico de seres humanos».

La situación de Proactiva Open Arms no es la primera que se produce en el Mediterráneo después de que en julio del pasado año el Ministerio de Interior italiano aprobase un «código de conducta» para las oenegés que quisieran seguir operando en el canal de Sicilia. Dicho código fue sometido a la firma de las oenegés paralelamente a la formación, por parte de Italia, de una Guardia Costera libia, que debía impedir que los inmigrantes salieran de Libia y que, de conseguir salir, fuesen devueltos a aquel país y retenidos en los centros de acogida administrados por agencias vinculadas a la ONU.

Mecanismo ilegal

Las tres principales organizaciones humanitarias -Médicos sin Fronteras (MSF), Save the Children y Sea Eye- abandonaron aquella zona del Mediterráneo. «No seremos cómplices de un mecanismo ilegal e inhumano», comunicó MSF, criticando que Libia hubiese ampliado sus aguas terrioriales de las tradicionales 12 millas a 97 (180 kilómetros). Sea Eye añadió que «no podemos continuar nuestro trabajo, porque no podemos garantizar la seguridad de las tripulaciones». Por su parte, Save the Children comunicó que efectuaba «una pausa».

Proactiva Open Arms firmó el código y siguió operando en la zona. Pero a mediados de agosto, su nave Golfo Azzurro se encontró envuelta en un fregado de intimidaciones por parte de los libios y la Juvent, de la oenegé Jugend Rettet, fue inmovilizada en Lampedusa por haber desembarcado a un grupo de inmigrantes. El código comprende 11 puntos, entre los que se encuentra la imposición para las oenegés de responder de su actuación tanto ante el Estado donde la organización haya sido inscrita como también ante las autoridades italianas, que en la zona coordinan todas las operaciones que llevan la marca de la Unión Europea (Frontex, Tritón, Sophia). Por otra parte, dichas naves no pueden apagar el rádar, no pueden entablar diálogos con personas (traficantes) que se encuentren en Libia, deben certificar que sus naves son «técnicamente idóneas» para el socorro en el mar e incluso para el transporte de eventuales cadáveres.

El código impone que no puedan trasbordar a los inmigrantes que hayan salvado a otras naves (por ejemplo las de Frontex, la agencia de la UE para las fronteras exteriores), sino que se dirijan a un «puerto seguro». Una de las condiciones más difíciles de aceptar por las oenegés fue que a bordo de sus naves pudieran subir agentes armados y con funciones judiciales.