Muchos estadounidenses no han oído hablar de Gary Johnson, Virgil Goode y Jill Stein, pero los tres son candidatos que se miden a Barack Obama y Mitt Romney en las elecciones presidenciales. Aunque sus opciones de alcanzar la Casa Blanca son nulas, si los resultados se plantean tan ajustados como muchos auguran, Johnson y Goode podrían tener más influencia de lo que se puede pensar en la elección de presidente. Y resucita el fantasma de Ralph Nader, que se llevó el 3% del voto en las elecciones del 2000 y muchos consideran en parte responsable de que fuera George Bush y no Al Gore quien llegara al Despacho Oval.

Johnson, de 59 años, que fue gobernador de Nuevo México entre 1995 y el 2003, es el candidato del Partido Libertario desde mayo y ha conseguido colocar su nombre en las papeletas de 48 de los 50 estados, una candidatura que representa retos tanto para Obama como para Romney. Su discurso es extremadamente conservador en lo económico (propone, entre otras cosas, desmantelar la Hacienda estadounidense), pero más progresista en lo social, con propuestas como apoyar el matrimonio homosexual, acabar con la guerra contra las drogas y legalizar la marihuana (una iniciativa que se somete a referendo en tres estados en noviembre). Propone también la retirada inmediata de Afganistán y descarta atacar militarmente Irán.

Con ese programa, Johnson puede arañar algunos votos de los desencantados con el presidente y tiene sus opciones también con los seguidores del Partido Republicano, algo que dejó claro en la convención en Tampa la rebelión de los seguidores del anarcocapitalista Ron Paul, que no va a dar su apoyo público a Romney. Y una encuesta de CNN que lo incluyó le daba un 4% entre probables votantes. En ese mismo sondeo Obama tenía el 47% y Romney el 44%.

Programa ultra

Goode, 65 años, excongresista que ha sido demócrata, independiente y republicano, ahora representa al Partido de la Constitución con un programa ultra, que incluye propuestas como una moratoria en la concesión de permisos de residencia y trabajo hasta que el paro no esté por debajo del 5%, algo que basa en su argumento de que “los inmigrantes quitan trabjo a los estadounidenses”. De momento Goode, que una vez llegó a proponer denegar su escaño al primer musulmán elegido para el Congreso porque juró el cargo sobre el Corán y no la Biblia, ha conseguido lanzar su candidatura solo en 29 estados, pero puede ser clave en uno de los bisagra, Virginia, donde están en juego 13 votos del colegio electoral (hacen falta 270 para alcanzar la presidencia).

La media de encuestas que realiza Real Clear Politics tiene en Virginia prácticamente empatados a Obama y Romney (el demócrata tiene 0,4 puntos de ventaja), y un sondeo realizado por The Washington Post que incluía a Goode le daba a este un potencial 2% de los votos.

Encuesta de la CNN

La encuesta de CNN que incluyó a Johnson también preguntó por las opciones de Jill Stein, 62 años, una doctora titulada en Harvard y candidata del Partido Verde, a la que 'The New Yorker' definió como “la candidata de Occupy”, el movimiento de protesta. En ese sondeo Stein, que promulga una agenda progresista tanto en empleo como en políticas energéticas y medioambientales así como en sus propuestas económicas y sociales y que solo aparecerá en las papeletas de seis estados, se llevaba el 2% de los votos.

Los tres candidatos protestan el sistema de financiación abierto por el Tribunal Supremo a las ilimitadas y a menudo poco transparentes donaciones de individuos y corporaciones. Sus programas y propuestas no encuentran eco en los grandes medios de comunicación. Tampoco han podido lanzarlos en los debates, que la Comisión de Debates Presidenciales limita a los candidatos con al menos un 15% de apoyo en las encuestas y que por última vez tuvieron tres candidatos en 1992, cuando Ross Perot debatió con Bill Clinton y George Bush padre. Los tres participarán el 23 de octubre, un día después del último duelo entre Obama y Romney, en un debate en Chicago. En ese han rechazado participar el presidente y el candidato republicano. Estaban invitados.