El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha reunido este martes en el Elíseo con los representantes de las principales organizaciones sindicales y patronales para dar el pistoletazo de salida a la reforma del mercado laboral, un terreno minado que será clave para medir el éxito o el fracaso de su recién inaugurado mandato.

El nuevo inquilino del Elíseo pretende ir más lejos que François Hollande en la liberalización del mercado laboral, sorteando al mismo tiempo el riesgo de una ola de manifestaciones como la que vivió Francia en el 2016 contra la ley de la ministra de Trabajo Miriam El Khomri.

Los sindicatos se muestran reticentes a una nueva vuelta de tuerca liberal, pero el jefe del Estado goza de un contexto político muy distinto al de su predecesor. Para empezar, a diferencia de Hollande, el proyecto de reforma figura en el programa de En Marcha! con el que Macron concurrió a las elecciones presidenciales.

Además, el actual Ejecutivo, liderado por el conservador Edouard Philippe, está bien armado para desactivar la oposición procedente de las filas de la derecha mientras que el Gobierno de Manuel Valls encaró la reforma muy debilitado por el motín de los parlamentarios socialistas contrarios a la ley.

Si en junio se cumplen los pronósticos y la formación del presidente, La República en Marcha, logra una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional, su posición se verá reforzada.

El presidente quiere acelerar el ritmo y pretende finalizar la fase de concertación a finales del verano para que la nueva ley entre en vigor en otoño, una vez votada la ley de habilitación que permitirá al Gobierno aprobar un decreto sin pasar por un largo trámite parlamentario.

Durante toda la jornada de este martes, Macron ha ido encadenando las reuniones con los dirigentes de los principales sindicatos (CFDT, CGT, FO, CFTC) y representantes patronales (Medef, CPME y U2P). Ha sido una primera toma de contacto, sin entrar de lleno en el contenido de la reforma, más centrada en el método y en el calendario.

FLEXIBILIDAD Y DIÁLOGO

El secretario general de la CFDT, Laurent Berger, ha visto al presidente decidido a aplicar las medidas anunciadas durante la campaña electoral pero abierto al diálogo. El líder sindical le ha pedido evitar métodos expeditivos, es decir que no se precipite para sacar adelante la ley a toda prisa antes de finales de agosto. “Desde mi punto de vista es imposible porque no habrá tiempo suficiente para la concertación”, ha señalado a la salida del encuentro.

El número uno de la CGT,Philippe Martínez, ha dicho tener la impresión de que el calendario gubernamental podría ser más flexible, algo que ha calificado de “buena noticia”. “La agenda no es tan rápida como yo creía. La fecha límite de finales de agosto o principios de septiembre tiene pinta de no estar definida”, ha declarado Martínez en las escalinatas del Elíseo.

La misma conclusión sacó el líder de Fuerza Obrera (FO),Jean Claude Maily, que habló de “un margen de maniobra” para que el calendario de la negociación se amplíe y evitar un decreto en pleno verano.

El tono ha sido muy diferente en el campo de las organizaciones patronales. Pierre Gattaz,presidente del Medef, la principal patronal francesa, cree que es “esencial” para generar confianza y desbloquear el mercado laboral que la reforma se haga con rapidez.

En cualquier caso, el Elíseo ha dejado claro que el calendario de la negociación está en manos del primer ministro, Edouard Philippe, y de la titular de Trabajo, Muriel Pénicaud. Ambos recibirán a los agentes sociales este miércoles.

MÁS PODER A LA EMPRESA

El principio que rige la reforma laboral de Macron es liberalizar el mercado dando a la empresa más poder para negociar la jornada laboral, la política salarial y las condiciones laborales. En la práctica, profundiza la línea iniciada por François Hollande reintroduciendo aspectos que el anterior presidente suprimió en aras de un consenso con los agentes sociales que no logró jamás.

A falta de conocer la letra concreta del proyecto de ley, sus grandes ejes pasan por reforzar el papel negociador de la empresa y limitar las indemnizaciones por despido improcedente. Todos los sindicatos, incluyendo el reformista CFDT que apoyó la reforma de Hollande, han adelantado que este último aspecto es una línea roja.

Para evitar un otoño caliente, el Ejecutivo podría tener varios ases en la manga y hacer algunas concesiones, entre ellas dar más peso a los trabajadores en los consejos de administración de las empresas o revisar a la baja el número de puestos de funcionario que ha prometido eliminar para adelgazar los efectivos de la función pública.

Las presiones de Bruselas

La adopción de la reforma laboral no es solo un gran reto doméstico para el joven presidente de la República francesa, Emmanuel Macron. La Comisión Europea también presiona para que Francia ponga fin a la fama que arrastra desde hace décadas de país imposible de reformar. Si Macron quiere tener la credibilidad suficiente para liderar su ambicioso proyecto de “refundación” de la Unión Europea, tendrá que aplicarse y sacar adelante la ley que flexibiliza el mercado laboral. La cancillera alemana, Angela Merkel, ha reaccionado de manera positiva al proyecto europeo de Macron, pero la Comisión Europea cree que no convencerá al resto de socios si antes Francia no hace los deberes. París tendrá que rebajar al 3% su déficit para respetar el Pacto de Estabilidad y seguir las recomendaciones del comisario de Economía, el socialista francés Pierre Moscovici, entre ellas revisar su sistema fiscal o eliminar barreras en determinados mercados de servicios.

LAS CLAVESPrioridad a los acuerdos empresariales

Emmanuel Macron quiere que los acuerdos alcanzados en el seno de la empresa tengan prioridad sobre los sectoriales. Aunque la reforma no modificará la jornada laboral legal de 35 horas semanales, se dará a las empresas un margen de maniobra para flexibilizar el horario y establecer el umbral a partir del cual se contabilizan las horas extraordinarias. Si empresa y trabajadores se ponen de acuerdo también podrán pactar las condiciones laborales y el salario.

Topes para las indemnizaciones por despido improcedente Para satisfacer una demanda recurrente de la patronal, el nuevo presidente quiere establecer un techo para las indemnizaciones por despido improcedente en caso de litigio. Hasta ahora, cuando no hay acuerdo entre las partes, el caso es juzgado en un órgano paritario compuesto a partes iguales por representantes sindicales y patronales. Los empresarios se quejan de que con el sistema actual es imposible evaluar el coste de las indemnizaciones y de que supone un freno a las contrataciones.

Referéndum a iniciativa de la empresa Gracias a la reforma laboral de François Hollande, un acuerdo empresarial firmado por los sindicatos que representen a más del 50% de los trabajadores puede solicitar la celebración de un referéndum sobre las condiciones laborales. Macron prevé en su nueva ley que esta consulta se pueda realizar a iniciativa de la empresa, sorteando a las centrales sindicales que se niegan en redondo a aceptar la propuesta.