El fracaso electoral debería servir para que Theresa May corrija el tiro, entierre el brexit duro y abra paso a un «brexit consensuado». Así lo cree un grupo cada vez más numeroso de conservadores, mientras la primera ministra tratará de rematar hoy un acuerdo con los unionistas norirlandeses para poder gobernar. Importantes figuras de los tories ven necesario pactar la salida del Reino Unido de la UE con el resto de las fuerzas políticas y económicas.

Las diferencias estratégicas vuelven a enfrentar a los conservadores tras los comicios y a crear tensiones internas. A pocos días del inicio de las negociaciones, dos de los cuatro secretarios de Estado en el ministerio del brexit han dimitido esta semana. El titular de la cartera, David Davis, insiste en que nada ha cambiado y el principio de «mejor sin acuerdo que un mal acuerdo», que May repetía hasta la saciedad, sigue en pie. Pero el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, uno de los líderes de la campaña por el brexit en el referédum, reconoció ayer que los tories no han logrado la mayoría absoluta y por tanto «deben obtener el máximo consenso».

CONVERSACIONES «SECRETAS» / Gove, al igual que otros miembros del Gobierno, ha estado mantenido conversaciones «secretas» con los laboristas sobre el brexit, según el Daily Telegraph. Ruth Davidson, la líder conservadora en Escocia, dijo que está presionando hacia un «brexit abierto» y el máximo acceso económico a Europa. El que fuera jefe de los conservadores y ex ministro de Exteriores, William Hague, advirtió de que la principal preocupación a la hora de buscar un acuerdo debe ser la economía, no el control de la inmigración. Hague pidió a May que cree una comisión consultiva en la que estén representados todos los partidos. La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, y la exministra laborista Yvette Cooper también abogan por una fórmula consensuada.

Si el Gobierno británico aún no se aclara sobre el brexit, May tampoco concluyó un pacto de gobierno en la reunión de dos horas en Downing Street que mantuvo ayer con la líder del Partido Unionista Democrático (DUP), Arlene Foster. Una negociación más correosa y difícil de lo que May pensaba y con la que logrará una mísera mayoría absoluta para gobernar de seis escaños.

En la Cámara de los Comunes, que retomó sus trabajos tras las elecciones, el líder laborista, Jeremy Corbyn, aludió al pacto con el DUP como «la coalición del caos». Ese entendimiento, aunque informal, puede desestabilizar Irlanda del Norte, según el ex primer ministro conservador John Major, uno de los arquitectos de los acuerdos de paz del Viernes Santo. «Una parte fundamental del proceso de paz es que el Gobierno británico debe ser imparcial con todos los intereses que están en juego en Irlanda del Norte. El peligro es que, por mucho que un Gobierno lo intente, no va a ser visto como imparcial si alcanza un acuerdo en el Parlamento con uno de los partidos de Irlanda del Norte».

Major cree que «si el Gobierno va a pactar con el DUP, es el doble, el triple de importante hacer las consultas del brexit lo más amplias posible, tanto dentro como fuera del Parlamento, con otros partidos, con el mundo de los negocios y con todos los que tengan intereses directos». May no puede ignorar los deseos de los británicos expresados en las urnas, según Major. «Las elecciones, si no lo han cambiado todo completamente, sí han cambiado muchas cosas. El Gobierno debe responder a ello. Los puntos de vista del 48% (que votó por la permanencia en la UE) no se pueden dejar a un lado».