Las medicinas que se tomaron las al menos 15 mujeres indias fallecidas tras una sesión masiva de esterilizaciones hace dos semanas estaban adulteradas. “El informe médico confirma la presencia de substancias venenosas, entre las que se encuentra el fosfito de zinc”, aseguró el ministro de Sanidad del estado indio de Chattisgarh, Amar Agrawal. Se trata de una substancia usada también en los productos matarratas. “Hemos entregado el informe a la Policía y tienen que investigarlo”, agregó Agrawal, en declaraciones a la televisión local NDTV.

Un laboratorio de Delhi detectó la presencia del producto venenoso en el antibiótico, Ciprocin 500, administrado a las mujeres durante un campamento estatal de esterilización Chattisgarh, en el centro de la India. Asimismo, halló restos de otros materiales tóxicos, como el aluminio. Informes adicionales citados por el rotativo 'Times of India' incluyen que el principal compuesto, Ciprolfloxacin, sumaba solo 300 miligramos, cuando la dosis debía ser de 500. “Es chocante hallar substancias venenosas en nuestras medicinas”, apuntó Agrawal. “Es un desafío para el país”.

Los responsables de las compañías encargadas de distribuir estos medicamentos -Mahawar Pharmaceutical y Kavita Pharma- fueron arrestados a los pocos días del suceso. Las operaciones de estas dos empresas fueron suspendidas también por el Gobierno regional. El doctor encargado de llevar a cabo las esterilizaciones exprés, R.K. Gupta, detenido después de los fallecimientos acusado de negligencia, ya había apuntado a las medicinas como posible causa de los fallecimientos, que también han dejado a más de un centenar de mujeres hospitalizadas en el centro de la India.

MÉDICOS DETENIDOS

Todos ellos, aún en custodia policial, niegan malas prácticas. Los resultados preliminares de las autopsias tampoco han servido, por el momento, para esclarecer la situación. El doctor Gupta y un ayudante llevaron a cabo, a principios de este mes, dos campamentos de esterilización masiva en los que operaron a más de 130 mujeres en dos días. El Gobierno indio incentiva este tipo de prácticas como modo de controlar su población, de más de 1.200 millones de personas.