A la espera de que el Gobierno de Theresa May acuse formalmente al Estado ruso de la tentativa de envenenamiento del exespía Serguéi Skripal y su hija, las televisiones estatales rusas, bajo el control del Gobierno, ya han dado un adelanto de la que muy probablemente será la reacción del Kremlin. Dmitri Kiselyov, presentador estrella del programa de actualidad política 'Vesti Nedeli', (Noticias de la Semana) ha sugerido que el incidente ha sido ideado por los propios servicios secretos del propio Reino Unido para demonizar a Rusia.

"Han intentado culpar a Rusia, pero si uno mira con detenimiento, el envenenamiento del coronel del GRU (servicio militar de inteligencia) solamente es ventajoso para el Reino Unido", ha especulado Kiselyov durante la emisión de su programa, el domingo por la noche. El comentarista dio a entender que para Londres, Skripal carecía ya de todo interés, por lo que, según su versión, era "material prescindible". "Como víctima de un envenenamiento, es muy útil.... y con su hija, para hacerlo así más conmovedor al público", ha continuado.

En otro momento de la retransmisión, Kiselyov incluso ha llegado a nombrar la instalación donde, de acuerdo con su versión, se habría manufacturado el gas nervioso con el que el exagente ruso fue atacado, no lejos de la población de Salisbury, donde se produjo el envenenamiento.

Desmentido de Rusia

Rusia ha negado insistentemente tener algo que ver con el incidente, y todo apunta a que en esta ocasión volverá a recurrir al argumento de la conspiración antirrusa, ya evocado en otras ocasiones en las que se produjeron asesinatos de alto nivel de periodistas, opositores, exespías y exmiembros del 'establishment' arrepentidos, ya sea en el extranjero o en territorio ruso.

El titular de Exteriores británico, Boris Johnson, ha evocado la posibilidad de boicotear, a nivel de delegación política, la próxima Copa del Mundo que debe celebrarse en Rusia este verano, considerada por muchos como una ocasión para que el país proyecte al exterior una imagen positiva. Algunos miembros del Ejecutivo han admitido la posibilidad de que la probable escalada de tensión entre Londres y Moscú den al traste con los posibles efectos balsámicos del evento deportivo en las tensas relaciones con Occidente.