Donald Trump celebró el lunes la primera reunión con los miembros de su Gabinete al completo, un trámite que debería haber servido para que los fotógrafos inmortalizaran el momento y poco más porque se suele despachar a la prensa después de que el presidente haga una breve declaración. Lo que sucedió, sin embargo, no pasó inadvertido para nadie. Uno a uno, los miembros del Gabinete se dedicaron a alabar a Trump con una veneración y grandilocuencia más propios del Parlamento sirio o una recepción en Corea del Norte, donde es preceptivo honrar al Líder Supremo. “Le agradecemos la oportunidad y la bendición de servir a su agenda”, dijo el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus. “El mayor privilegio de mi vida es servir como vicepresidente a un presidente que está cumpliendo con su palabra”, afirmó Mike Pence.

La ronda de presentaciones acabó convirtiéndose en un festival de elogios y autoafirmación para un presidente que ha hecho de la vanidad una de sus señas de identidad y que no digiere bien las críticas acerbas que se le dedican en la prensa. “Es un honor servirle”, dijo el fiscal general, Jeff Sessions. “Allí te aman”, le transmitió el secretario de Agricultura, Sonny Perdue, recién regresado de Misisipí. Trump se dedicó a asentir y sonreír con una evidente satisfacción en el rostro. “Muy bien, Daniel”, le dijo al director de Inteligencia Nacional, Dan Coates. O “buen trabajo, Mick”, le soltó al jefe de presupuestos de la Casa Blanca, Mick Mulvaney.

HIPERBÓLICA MODESTIA

En ese entorno de desmedida exaltación, Trump aprovechó para vender su gestión con la hiperbólica modestia que lo caracteriza. “Con pocas excepciones nunca ha habido un presidente que haya aprobado más legislación y que haya hecho tanto como yo”. Lo cierto, sin embargo, es que Trump no ha aprobado nada. Ha firmado muchos decretos, pero sus grandes proyectos legislativos están estancados en el Congreso. No ha podido remozar la sanidad, ni aprobar su reforma fiscal, ni financiar el muro en la frontera mexicana, ni poner en marcha su plan de infraestructuras.

El tono y las formas de la reunión del Gabinete dieron pie a toda clase de burlas en las redes sociales. El jefe de la oposición demócrata en el Congreso, Chuck Schumer, se atrevió incluso a colgar una parodia grabada con sus ayudantes. Schumer les pregunta qué tal lo hizo en los programas del domingo o qué opinan de su peinado. Todos ellos se rinden a sus pies y el vídeo acaba entre risas, cuando otro de los ‘staffers’ le da las gracias “por la oportunidad y la bendición de servir su agenda”.