Fumata blanca definitiva en Zimbabue para el reparto del poder entre el presidente, Robert Mugabe, y su principal rival, el líder opositor Morgan Tsvangirai. Ambos dirigentes firmaron ayer en el hotel Rainbow Towers de Harare, la capital zimbabuense, el pacto que pone fin a cinco meses de crisis y que prevé la formación de un Gobierno de unidad nacional. Tanto el Reino Unido como la UE recibieron el acuerdo con una cauta bienvenida, aunque dieron a entender que esperan "hechos concretos" del Ejecutivo antes de levantar las sanciones a Harare.

"Este acuerdo es la promesa de un doloroso compromiso; el camino ante nosotros es largo y no será fácil; todo lo que podemos hacer es trabajar juntos para resolver los problemas en pos de una vida mejor sin miedo, pobreza o represión", proclamó Tsvangirai, que a partir de ahora ejercerá el cargo de primer ministro. Mugabe, por su parte, hizo hincapié en el hecho de que los enemigos del pasado son ahora aliados. "Seamos aliados", invitó Mugabe a Tsvangirai. "Compartimos el mismo destino; ha llegado el momento de reconocer que somos aliados", dijo, antes de agradecer la mediación del presidente de Suráfrica, Thabo Mbeki.

EL CONTROL DEL EJÉRCITO Según los términos del pacto ultimados la semana pasada, Tsvangirai se convierte en primer ministro y en presidente del consejo de ministros. Mugabe, por su parte, continúa en el puesto de presidente y ejercerá de jefe del Ejecutivo. Mugabe mantiene el control de sobre el Ejército, mientras que la oposición controlará las fuerzas policiales. El partido gubernamental, la Unión Nacional Africana-Frente Patriótico, contará con 15 ministros y el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) tendrá 13 carteras.