Una enorme estatua dorada del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, colocada sin autorización por un artista en la Plaza Rabin de Tel Aviv, provocó el lunes un fuerte revuelo. El escultor Itay Zalait instaló una estatua de dos metros de alto, situada sobre un pedestal de otros dos metros que causó la estupefacción de los transeúntes de buena mañana.

Zalait había mandado notas a diferentes medios de comunicación en las que informaba de que iba a “llevar a cabo un acto artístico y político subversivo que atraerá mucha atención de los medios”. Su advertencia se cumplió y no solo atrajo la atención de los medios sino la de decenas de personas que pasaron por la emblemática plaza dedicada a Yitzhak Rabin, el primer ministro laborista asesinado por un judío de ultraderecha en 1995.

MANDATOS CONSECUTIVOS

“Simplemente he hecho que fuera una realidad y lo he puesto en el sitio que merece, la Plaza de los Reyes de Israel”, señaló Zalait en referencia al nombre que el lugar tenía antes de que se dedicara a Rabin y a que Netanyahu lleva gobernando tres mandatos consecutivos desde el 2009 y uno anterior.

El Ayuntamiento de Tel Aviv, ubicado en la plaza, ordenó a Zalait que retirara la estatua. Pero el Netanyahu dorado fue derribado antes de que el escultor se lo llevara.

Un hombre fue el encargado de dar el empujón a Bibi -apodo de infancia del primer ministro-. Al caer en el suelo, la estatua produjo un ligero sonido entre el entusiasmo de los presentes, que se reunieron convocados por las redes sociales para intentar "derrocar a Netanyahu". Una vez en el suelo, su creador lo recogió y se lo llevó en un camión.

FOTOGRAFÍAS

Decenas de ciudadanos se fotografiaron junto a la estatua antes de que desapareciera. Algunos interpretaron que se trataba de una burla a Netanyahu y otros, de un homenaje a su figura.

Según indicó al diario israelí 'Haaretz' Nina Lobel, que pudo contemplar la escultura, la obra es “un retrato horrendo” de Netanyahu a quien el artista quiso “mostrar como un dictador”. Yael Dayan, ex-concejal de izquierdas de Tel Aviv calificó la estatua de "higa (gesto de desprecio con el dedo corazón) en toda nuestra cara”. “Muestra a los israelís que también Tel Aviv está bajo el régimen de Netanyahu", afirmó Dayan.

PROVOCACIÓN O PROFECÍA

Zalait reveló a “Haaretz” que su intención era "comprobar si la sociedad israelí es suficientemente madura como para aceptar una estatua como esta". "Hay muchas personas que reciben la inspiración de un líder fuerte. Las cosas que nos parecían distantes e irreales han cambiado. Hace dos años nos reíamos de que (Donald) Trump quisiera ser presidente", explicó Zalait.

"Lo que he hecho puede interpretarse como una provocación o como una profecía", subrayó el escultor, que tardó tres meses en elaborar la estatua con madera y polímeros.

Zalait confesó que otra de las razones que le empujó a esculpir la estatua y colocarla en la calle en Tel Aviv fue comprobar si el hecho de llevar a cabo una acción de este tipo se penaliza. “Estoy realmente intrigado por saber si esto llevará a sanciones de un tipo u otro, como en los casos de mensajes en Facebook por los que pusieron bajo arresto a gente durante cuatro días”, comentó el artista a 'Haaretz'.