El día más sagrado en el calendario religioso shií se convirtió ayer en el día más sangriento de toda la posguerra iraquí. Al menos 182 personas murieron y 556 resultaron heridas en una cadena de atentados, perfectamente coordinados y casi simultáneos, en Bagdad y en la ciudad santa de Kerbala.

El ataque contra los shiís no pudo ser más brutal. Los objetivos elegidos fueron los principales santuarios religiosos de esta comunidad, justo el día en que conmemoraba la Ashura , en memoria del martirio de Husein, el tercer imán de los shiís que, según la tradición, fue decapitado hace más de 13 siglos.

TRES KAMIKAZES En la capital, Bagdad, tres kamikazes hicieron estallar los artefactos explosivos en el mausoleo del imán Kadhem y sus inmediaciones, en el distrito de Kadhimiya, que toma precisamente el nombre de este santuario. Este triple atentado suicida se produjo a las diez de la mañana, en el momento en que la mezquita y sus aledaños estaban más concurridos, y causó al menos 70 muertos.

Casi a la misma hora, alrededor de nueve explosiones encadenadas una detrás de la otra, quitaron la vida a otras 112 personas en Kerbala, ciudad que, junto a Nayaf, es la más sagrada de la comunidad shií. Según el general Mark Kimmit, director adjunto de operaciones del Ejército de EEUU y portavoz militar de la coalición ocupante, una de las explosiones estuvo también provocada por un suicida. Las demás fueron causadas por bombas de control remoto y obuses de mortero.

VICTIMAS IRANIS Los shiís iraquís celebraban ayer su primera Ashura en libertad en más de 35 años, ya que el régimen de Sadam Husein prohibió la conmemoración, que incluye rituales de flagelación y heridas autoprovocadas. Por ello, Kerbala, lugar donde murió y está enterrado el imán Husein, estaba a rebosar. La ciudad acogía al menos a un millón de peregrinos, procedentes de todos los rincones de Irak y de otros países, sobre todo de Irán. Una cincuentena de las víctimas de los atentados en esta ciudad eran iranís.

La magnitud de la masacre ha dejado a Irak sumido en una profunda conmoción. El Consejo de Gobierno Iraquí decretó tres días de luto, lo que obligará a posponer la ceremonia de la firma de la Constitución interina, aprobada el lunes. El acto estaba previsto para hoy.

AHUYENTAR FANTASMAS Además de expresar su condena más enérgica, la mayoría de los dirigentes shiís se esforzaron ayer en transmitir un mensaje de unidad y ahuyentar el fantasma de un enfrentamiento entre las distintas comunidades del país que pueda desembocar en una guerra civil. Uno de los miembros del Consejo, Adnan Pachachi, afirmó que "los terroristas y criminales que intentan destruir la unidad de Irak no lo conseguirán". Hamid al Bayati, uno de los dirigentes de la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak, apuntó que detrás de estos ataques "están los remanentes del antiguo régimen apoyados por Al Qaeda para sembrar la confrontación entre comunidades" .

Kimmitt explicó que la policía iraquí había detenido cerca de la mezquita Al Kadhem de Bagdad a un cuarto kamikaze que también llevaba explosivos adosados al cuerpo pero que no llegaron a estallar. El portavoz militar estadounidense señaló que en la ciudad de Kerbala se habían efectuado también varias detenciones.

La celebración de la Ashura en Kerbala, por tratarse de un acontecimiento tan masivo y significativo, había despertado con antelación amplios temores en lo que respecta a la seguridad. Los organizadores prohibieron la entrada de automóviles en la ciudad y los peregrinos tuvieron que dejar aparcados sus vehículos a una distancia de 10 kilómetros y recorrer a pie el último tramo. Pero, aunque se habilitaron numerosos controles, los registros personales eran muy superficiales, dada la masiva afluencia de gente.

AUSENCIA DE OCUPANTES Mientras las miradas se dirigían a Kerbala, el atentado de Kadhimiya pilló en cambio por sorpresa a casi todo el mundo. En ambos casos, la ausencia de las fuerzas ocupantes fue evidente y deliberada "para no herir las sensibilidades culturales", según las palabras que utilizó Kimmit. Kerbala está en el área de responsabilidad de las fuerzas polacas, y Bagdad está bajo mando de las estadounidenses.

El rechazo que gran parte de los iraquís mantienen contra los ocupantes quedó demostrado ayer de nuevo en Bagdad. Una dotación de las fuerzas norteamericanas, que se presentó en Kadhimiya después del atentado, tuvo que retirarse al ser apedreada por la gente congregada en el lugar. "Es comprensible que en un momento tan doloroso como éste haya gente que lo descargue contra personas distintas a las que han perpetrado estos actos", se limitó a señalar Kimmit.

Nadie se ha atribuido por el momento los atentados de ayer. Estados Unidos sospecha que Abu Musab Zarqawi, un ciudadano jordano con vínculos con la red terrorista Al Qaeda, está detrás de este tipo de masacres. Los militares norteamericanos hicieron pública recientemente una carta atribuida a Zarqawi y requisada a un lugarteniente que le servía de enlace, en la que se refería a un supuesto plan para intentar provocar una guerra civil en Irak intensificando precisamente los ataques contra la comunidad shií.