Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas resolvieron ayer por unanimidad imponer nuevas y severas sanciones a Corea del Norte como castigo por las dos pruebas intercontinentales de misiles balísticos lanzados los pasados 4 y 28 de julio. Las sanciones suponen un duro golpe para la economía del régimen norcoreano que puede ver reducido en unos mil millones de dólares sus ingresos anuales. En su totalidad, las exportaciones de Corea del Norte alcanzan los 3.000 millones de dólares.

La resolución 2.371 elaborada por Estados Unidos --la primera desde que llegó a al Casa Blanca el pasado mes de enero el presidente Donald Trump-- impone vetos a ciertas exportaciones y controles más estrictos en materias primas como carbón, hierro, plomo o en productos pesqueros, como los mariscos. También prohíbe a los países aumentar el número de trabajadores norcoreanos empleados en el extranjero. Asimismo impide a empresas extranjeras asociarse a las norcoreanas, así como llevar a cabo nuevas inversiones a las ya existentes.

Las nuevas sanciones suponen un éxito para Washington que ha logrado convencer a China, principal aliado del régimen de Kim Jong-un, y Rusia para que se unan al objetivo de aumentar la presión contra «la amenaza mundial» que supone Corea del Norte, país que posee armamento nuclear.

El embajador de EEUU en la ONU, Nikki Haley, dijo poco después de ser aprobadas las sanciones que Washington «está tomando y seguirá tomando las medidas defensivas necesaria para proteger» EEUU y a sus países aliados de cualquier amenaza que proceda del Pionyang. «La amenaza de Corea del Norte crece cada día más rápido», añadió.

«Es más que nunca urgente poner fin a los programas nucleares y balísticos norcoreanos y de forzar a Pionyang a sentarse en una mesa a negociar», según puso de manifiesto ayer el embajador francés ante las Naciones Unidas, François Delattre.