La escalada de violencia en Oriente Próximo parece imparable. El día sagrado para los musulmanes se tiño de sangre el viernes en Jerusalén Oriental y Cisjordania, donde tres palestinos murieron y 400 resultaron heridos en choques con la policía israelí en protesta por las medidas de control de Israel en el entorno de la Explanada de las Mezquitas. Además, tres israelís murieron y una cuarta persona resultó herida grave en un ataque palestino con puñal en un asentamiento en el norte del territorio palestino ocupado de Cisjordania, informó el Ejercito israelí. El secretario general de la ONU, António Guterres, deploró las muertes en los choques con la policía israelí y demandó una investigación completa de los incidentes. Por su parte, el movimiento islamista Hamás ha celebrado el ataque perpetrado por un palestino en un asentamiento israelí al noroeste de la ciudad de Ramala, en Cisjordania, en el que mató a tres miembros de una familia e hirió a otro. "Hamás bendice y saluda la heroica operación que ha sido una respuesta a las violaciones sionistas y a todos sus crímenes contra nuestra gente en Jerusalén y la Mezquita de Al Aqsa", aseguró el portavoz de Hamás en Gaza, Fawzi Barhum, en un comunicado difundido anoche.

Guterres, a través de un portavoz, destacó su preocupación por la violencia en la Ciudad Vieja de Jerusalén y urgió a los líderes israelíes y palestinos a evitar acciones que puedan empeorar la situación. En ese sentido, pidió a todos los líderes políticos, religiosos y de las comunidades que ayuden a "reducir la tensión". "El secretario general reiteró que la santidad de los lugares religiosos debe ser respetada como sitios de reflexión, no de violencia", señaló en un breve comunicado su portavoz Farhan Haq.

Los palestinos consideran que el refuerzo de las medidas de seguridad (consistentes básicamente en la colocación de arcos detectores de metales) supone un intento de los israelíes por apropiarse del lugar, el tercero más sagrado del Islam y el más sagrado para el judaísmo, pues alberga el también denominado Monte del Templo, a cuyos pies se encuentra el Muro de las Lamentaciones.

Detectores de metales

El ambiente comenzó a caldearse el viernes cuando miles de musulmanes se acercaron a las inmediaciones del recinto, donde se negaron a atravesar los detectores de metales instalados por Israel el día 16, tras el ataque cometido dos días antes por tres árabe-israelíes, que asesinaron a dos policías y luego fueron abatidos por las fuerzas de seguridad de Israel.

Los musulmanes se agruparon en señal de protesta en las calles adyacentes a la Explanada de las Mezquitas, tanto dentro como fuera de la ciudadela, donde procedieron a rezar. La tensión se extendió alrededor del recinto, situado en la Ciudad Vieja de Jerusalén oriental (ocupada por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967) y que tanto musulmanes como judíos consideran terreno sagrado. Igualmente, estallaron incidentes en diversos barrios de Jerusalén Este y Cisjordania, donde cientos de palestinos lanzaron piedras y cócteles molotov contra las fuerzas de seguridad israelíes, que cargaron contra los manifestantes.

Se produjeron forcejeos con las fuerzas de seguridad israelíes, que permitían acercarse a la Explanada solo a las mujeres y a los varones mayores de 50 años y negaban la entrada a los más jóvenes. Las calles se llenaron de alfombras de oración y fieles, mayoritariamente hombres, que rezaban y se arrodillaban ante decenas de policías que les cortaban el paso en los puntos de fricción, especialmente en las puertas de Damasco y de los Leones. "Es humillante, nunca lo aceptaremos. Llevamos muchos días llorando por este tema. Nadie ha entrado a rezar dentro, todos estamos fuera para pedir que quiten los detectores", dijo a EFE Fátima, emocionada tras participar en la oración y que no quiso decir su apellido.

Rezar

"¿Por qué tenemos que atravesar los detectores?. Solo venimos a rezar. Queremos acceder libremente a nuestro lugar de rezo", dijo a Efe Ziad, preparado para orar en la calle adyacente a la Explanada. Aseguró que los arcos no son necesarios porque "en todas partes tienen cámaras de seguridad" y denunció que Israel "no está dejando llegar a la gente de (la ciudad cisjordana de) Ramala, ni tampoco del norte del país. Vivo a un kilómetro y tengo que esperar más de una hora para entrar en mi mezquita, es inaceptable".

Por su parte, el diputado árabe-israelí Ahmed Tibi, fue preguntado sobre por qué eran inaceptables los detectores, cuando estos están en muchos lugares sagrados, incluida La Meca, respondió que: "La Meca no está ocupada. Al Aqsa sí está ocupada, es una diferencia sustancial. Los palestinos temen que se quiera aprovechar la situación para cambiar el statu quo".

Los fallecidos

En las revueltas fallecieron tres palestinos: Mohamad Sharaf, un joven de 18 años del barro jerosolimitano de Ras Al Amoud, que pereció tras recibir un disparo en el cuello, Mohamad Hasan Abu Ganem, de 19 años, muerto en enfrentamientos en el barrio de A Tur y Mohamad Lafi, de 17 años y herido en el barrio de Abu Dis, en el este del muro de separación que Israel construyó en Cisjordania.

Un vídeo difundido en las redes sociales muestra como un grupo de palestinos se lleva a escondidas uno de los cadáveres del Hospital Makased, en el Monte de los Olivos, para enterrarlo de inmediato y evitar que sea confiscado por las autoridades israelíes, que en varias ocasiones han tardado meses en entregarlos a las familias.

El servicio de emergencias de la Media Luna Roja confirmó 391 heridos en los disturbios, muchos de ellos por inhalación de gas, pero también decenas por quemaduras y heridas de munición real y de balas recauchutadas, confirmó a EFE un portavoz.