La República en Marcha (LREM), la plataforma política nacida el 6 de abril del 2016 con la que Emmanuel Macron lanzó la maquinaria que le propulsó al Elíseo, ha celebrado este sábado en Lyon su primer Congreso mientras arrecian las críticas de la militancia sobre la falta de democracia interna.

Sin sorpresas, porque era el único candidato al puesto, el cónclave ha elegido por unanimidad durante un voto a mano alzada y a puerta cerrada en el que hubo dos abstenciones, al actual portavoz del Ejecutivo, Christophe Castaner, como delegado general de la formación para los próximos tres años.

Este antiguo socialista que se unió pronto a las filas del ‘macronismo’ es un hombre de confianza del presidente y fue el propio Macron quien le designó personalmente para hacerse con las riendas del partido. Esta decisión generó malestar entre las bases pero no fue la única.

Además de portavoz, Castaner es secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Al primer puesto renunciará -provocando de paso una ligera remodelación gubernamental prevista para principios de esta semana- pero no al segundo. Muchas voces se han levantado en contra de la acumulación de puestos del nuevo líder de LREM porque contradice la filosofía con la que el movimiento se presentó ante la opinión pública.

Moralizar la vida política francesa fue precisamente el objetivo de la primera ley estrella del mandato de Macron. Ahora, la promesa del presidente de renovar las viejas prácticas del mundo político francés parece desvanecerse y puede pasarle factura.

Muchos militantes que se adhirieron ilusionados al joven movimiento de Macron se sienten decepcionados por el modo de funcionamiento de un partido que consideran más virtual que real, con una línea ideológica poco nítida y lejos de la transparencia prometida.

Portazo de militantes

En vísperas del Congreso, cien militantes dieron un portazo al anunciar su salida del partido denunciando la opacidad de las instancias dirigentes en una tribuna publicada en la prensa. “Cómo se explica que los comités se hayan vaciado sólo cinco meses después de la llegada al poder de Emmanuel Macron ?” se preguntan. LREM tiene 380.000 militantes repartidos en 4000 comités locales.

A pesar de la declaración de intenciones que figuran en la carta de valores del movimiento, los ‘rebeldes’ acusan a la formación del presidente de falta de empatía, de no escuchar, de ausencia de diálogo y de un exceso de arrogancia. Las mismas críticas que se escuchan en la Asamblea Nacional dirigidas hacia un nutrido grupo de jóvenes y ambiciosos diputados ‘macronistas’ de los 308 que tiene La República en Marcha en el hemiciclo de la Cámara baja.

Castaner tendrá ahora la tarea de gestionar el descontento y darle un nuevo brío al partido, del que Macron está completamente ausente. “Ideas, acciones, valores y principios. Aquí está el futuro de nuestro movimiento”, ha dicho Castaner en el Congreso de Lyon ante unos 600 dirigentes y en presencia de la plana mayor del Ejecutivo.

El primer ministro, Edouard Philippe, procedente de las filas conservadoras del partido Los Republicanos, subió a la tribuna para marcar los tres objetivos de LREM: "hacerse oír con fuerza para defender la acción del Gobierno, tejer una red territorial densa y duradera para preparar las próximas citas electorales y no dejar nunca de proponer, inventar, pensar a largo plazo e incluso molestar”.