Nuevo golpe de efecto del presidente ruso, Vladímir Putin. El líder del Kremlin ha viajado por sorpresa este lunes a Siria, donde ha ordenado el "inicio" de la retirada del contingente militar ruso desplegado en el país árabe.

No es la primera vez que el jefe del Estado ruso anuncia una medida semejante. En marzo del 2016, el mandatario ruso, flanqueado por los responsables de Interior y Defensa, proclamó solemnemente en Moscú que la tarea de la Fuerzas Armadas rusas en Siria "se había completado totalmente", por lo que exhortaba a sus subalternos a preparar la salida de sus tropas enviadas al país árabe.

Recurriendo al tono triunfal del que ha venido haciendo gala en sus últimas intervenciones sobre la guerra siria, Putin ha asegurado en la base de Khmeimim, donde se concentra su aviación, que los ejércitos sirio y ruso habían destruido "uno de los grupos de terroristas internacionales más capaces", en alusión a los ultrarradicales de Estado Islámico.

CRÍTICAS DE FRANCIA

Precisamente, en las últimas horas, el ministro de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drain, ha criticado a las autoridades rusas por atribuirse la eliminación de las huestes de Abú Baqr al Baghdadi en territorio sirio y ha recordado que desde el principio de la operación militar rusa, en el otoño del 2015, el grueso de las acciones militares de este contingente ha tenido como objetivo a las milicias armadas opositoras al régimen de Bashar el Asad y no a las fuerzas leales al autoproclamado califato, que han sido destruidas "por la coalición" de la que es miembro Francia.

Durante su visita-relampago al país árabe, el presidente ruso se ha entrevistado con su homólogo sirio, y ha reiterado lo que es de sobras conocido para los observadores. Rusia mantendrá una presencia militar permanente en el país arabe, concretamente en la base de Khmeimim y también el puerto de Tartus -ambas instalaciones en la provincia de Latakia- que ha sido reacondicionado para que puedan recalar en él los buques más grandes de la Marina de guerra rusa.

Putin no quiso pasar por alto el "proceso de paz" a medida que apadrina el Kremlin y que tanto observadores como oposición consideran como una tentativa de diplomacia paralela para restar credibilidad a las conversaciones de paz de Ginebra auspiciadas por la ONU. En este sentido, Putin expresó su deseo de que, junto con Irán y Turquía, -sus socios en el país árabe- se pueda restaurar "la paz" y el "proceso político".