Desde 1995, el ahora rey Abdalá gobernaba de facto los destinos de Arabia Saudí, debido a la incapacitación de su hermanastro, el rey Fahd, tras sufrir una embolia. El monarca ejerce un papel fundamental en el opaco reino saudí, ya que ostenta también el cargo de jefe del Ejecutivo y tiene, además, el derecho de nombrar y destituir al príncipe heredero.