Aunque parecía que la tensión se estaba relajando entre Turquía y Rusia por una presunta violación del espacio aéreo turco el pasado martes, Rusia ha anunciado una medida hostil: el fin de la exención de visado para los ciudadanos turcos que quieran visitar el país. En una rueda de prensa, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, anunció este viernes que la medida, con tintes de sanción, "se aplicará a partir de enero".

No ha contribuido a aliviar la bronca entre ambos países el hecho de que el portavoz de la Cámara baja rusa, Serguéi Naryshkin, haya dicho que Moscú tiene derecho a una respuesta militar. "Es un asesinato intencional de nuestros soldados y esta afrenta ha de ser castigada".

"Sabemos quiénes lo hicieron y deben ser juzgados", añadió Naryshkin. "Al mismo tiempo, seguramente haya una respuesta rusa a continuación. Y aparte de todo esto, Rusia tiene derecho a una respuesta militar", aseveró.

Rusia ha dado un paso más tratando de vincular al Gobierno turco con el Estado Islámico (EI). Uno de sus medios más influyentes, Russia Today, publicó una foto de Bilal Erdogan, hijo del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, posando en un restaurante con dos hombres barbudos. Según el medio ruso, uno de ellos sería "un supuesto líder del EI, que se cree que participó en masacres de las zonas sirias de Homs y Rojava".

NO A UNA CITA BILATERAL

Por su parte, el Kremlin ha rechazado la solicitud de un encuentro bilateral entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Erdogan, que podría haberse dado este domingo en París, puesto que ambos líderes asistirán a la cumbre anual sobre el clima en la capital francesa. Horas antes de conocerse que Moscú había declinado la oferta de una reunión en París, Erdogan había dicho: "Quiero hablar de este asunto con Putin el domingo. Me gustaría decirle que se está dramatizando de manera innecesaria".

"Atacar a las fuerzas opositoras con la excusa de bombardear al Estado Islámico es jugar con fuego", dijo el mandatario turco. "Aconsejamos a Rusia de manera sincera que no juegue con fuego". Erdogan calificó además de "inaceptables" las críticas de Putin sobre la actuación turca al derribar el avión ruso por haber violado el espacio aéreo turco. Asimismo, el jefe del Estado turco ensalzó la labor, internacionalmente criticada, de su país frente al yihadismo: "El Estado Islámico es una organización terrorista que coopera con el régimen sirio. Turquía es quien combate contra el Estado Islámico".

VÍA DIPLOMÁTICA

Las de Erdogan fueron las palabras más incendiarias de una Turquía que, por lo general, ha rebajado mucho el tono. "No estamos a favor de ningún tipo de tensión. Creemos que se puede resolver este asunto por la vía diplomática", aseguró ayer el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, durante un viaje oficial a Azerbaiyán. El jefe de la diplomacia turca calificó de "vecino y amigo" a Rusia, e insistió en que en el momento en el que los F-16 turcos abatieron el Shukoi SU-24M ruso se desconocía la nacionalidad de la aeronave.

En Siria, después del despliegue de misiles rusos tras el episodio del avión derribado, la lucha contra los yihadistas ha perdido músculo, ya que tanto Turquía como Rusia han acordado recortar sus misiones. Los militares turcos han suspendido sus vuelos sobre Siria como parte de la operación conjunta con EEUU para combatir al EI. Por su parte, Moscú detendrá sus campañas aéreas cerca de la frontera siria con Turquía, motivo de repetidos roces desde su despliegue en Siria a finales de septiembre. Aunque el objetivo de esta operación había sido en principio la lucha contra el Estado Islámico, los bombardeos rusos han atacado en repetidas ocasiones posiciones de grupos armados opositores de Asad, a quien consideran su aliado y que a su vez es acérrimo enemigo del Gobierno turco.

Mientras, el jueves la cabecera británica The Times publicó un artículo del primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, en el que este señala que "Turquía trabajará con Rusia y sus aliados para rebajar tensiones". Además, pidió a la comunidad internacional que se uniera contra el EI y el régimen de Asad, en vez de enzarzarse en sí misma y resultar en beneficio de los yihadistas.